Jorge Robledo/Descomplicado
A eso le apuesta del Secretario de Hacienda Luis Videgaray.
Al dar a conocer el Acuerdo de Certidumbre Tributaria que contiene reglas claras en materia fiscal, promete estabilidad financiera a toda prueba… y cero sorpresas de aquí a fin de sexenio.
Rechaza impuestos nuevos –los que están así se quedarán– y no dar marcha atrás en la reforma hacendaria… a menos que una circunstancial “mosca” macroeconómica nos pique desde fuera.
El acuerdo es pretencioso: garantizar la permanencia del marco tributario; fomentar la cultura del cumplimiento fiscal; respetar derechos de contribuyentes; acatar las determinaciones del Poder Judicial; comprometer eficiencia y transparencia en el gasto para disminuir el déficit público; fortalecer a Pemex y CFE… y mantener comunicación permanente con la sociedad civil.
¿Pero si no aumentan los impuestos, tampoco suben o bajan los gastos?
–No tanto, responde el doctor Videgaray.
El gasto es una ecuación aparentemente simple: Ingreso + Deuda = Gasto.
El ingreso, está compuesto por recaudación fiscal, ganancias por la venta petrolera y la posibilidad de crecimiento económico.
Si la base tributaria –los que pagamos impuestos– no crece, el potencial recaudatorio quedará muy lejos de cubrir las necesidades financieras del Estado, más allá del endurecimiento de medidas para cobrar a quienes no paguen.
Además, las ventas petroleras van en picada, hasta en tanto no se aprueben la leyes secundarias en materia energética.
El segundo factor de la ecuación, la deuda, es una puerta falsa. Depender de ella es un suicidio que tarde o temprano nuestros hijos, nietos, bisnietos y choznos, habrán de lamentar con creces…
Por tanto, para resolver la ecuación económica del gasto público, la única apuesta viable en materia de ingresos es el crecimiento económico por medio de inversión y generación de empleos…
Pero en los hechos, la mesa del pacto fiscal, quedó coja.
Me explico…
La ausencia de propuestas de los representantes del sector privado fue notoria; reclamos como la reducción progresiva del ISR y la deducibilidad de inversiones productivas fueron ignoradas.
Además, el nuevo pacto fiscal podría ser una camisa de fuerza para corregir lo que –según expertos– quedó corto en la aprobación de la reforma fiscal del año pasado… Hacienda renuncia a corregir lo que estuvo mal.
Entonces, la apuesta por el crecimiento de le economía para generar recursos suficientes para llenar las arcas publicas resulta arriesgada.
Apenas el viernes, HSBC dio a conocer el estimado de un primer recorte del crecimiento, al bajar de 4.1 a 3.7 por ciento la expectativa cuando el Secretario de Hacienda apuesta al 3.9 de aquí a fin de año… y a un 5 por ciento hacia el fin sexenal. Los focos del peligro, alarman.
No basta prometer eficiencia y transparencia en el gasto público.
En los hechos, Hacienda ha sido incapaz de utilizar el dinero público en actividades productivas, como detonante del crecimiento y no por falta de recursos debido al endeudamiento de los últimos meses…
¿No será que el Gobierno se disciplina para apaciguar los enconos desatados por lo mal que cayó la reforma fiscal?
Creo que ahora opta por la camisa de fuerza… y el freno de mano.
@JoseCardenas1 | [email protected] | josecardenas.com.mx