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¿Ser o no ser?
No vaya usted a soltar la carcajada; pero a veces me imagino al gobernador de Guerrero con mallas negras, blusa con gorguera y pinta de paje antiguo, con rostro dubitativo y una calavera (en Guerrero hay muchas por todos lados) recitando el monólogo de Hamlet:
–Ser o no ser…he ahí el dilema, ¿qué es más noble para el alma, sufrir los golpes y las flechas de la injusta fortuna o tomar las armas contra un mal de adversidades y oponiéndose a ellas encontrar el fin?”
Si trasladamos el dilema shakesperiano a La Roqueta –con todo y el burro ebrio–, Ángel Aguirre ya no necesita resolverlo: renunciar o no renunciar; pedir licencia, solicitar permiso, demandar autorización para dejar el tiradero sangriento del estado, o quedarse a ver durante cuanto tiempo puede capotear un temporal insuperable desde cualquier punto de vista, así prolongue su teatro guignol con el desafuero del alcalde de Iguala o la mala fortuna del amigo de López Obrador, el doctor Lázaro Mazón.
Por lo pronto otros ya decidieron por él: Carlos Navarrete y la claque perredista, quienes se han mostrado expertos en toda la línea para jugar al disimulo de las formas en cualquier sentido siempre conveniente a los intereses del partido del Sol Azteca.
La información no deja lugar a dudas pero sí una pregunta cuya respuesta le solicito a usted para cuando termine los parrafitos siguientes: ¿Esto cómo se llama?
El resolutivo propuesto por el dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Carlos Navarrete, sobre la situación de violencia e inseguridad que vive Guerrero, y el país en general, fue aprobado por el Consejo perredista. Promete investigar el historial y actuaciones de sus alcaldes, dirigentes del partido, legisladores, funcionarios y candidatos para evitar casos como el de Iguala; exige al gobierno federal intensificar la búsqueda de los 43 normalistas borrados del mapa y fincar responsabilidades a quienes las tengan, sin importar jerarquías; compromete la formación de una comisión social de ética y transparencia para enderezar los renglones torcidos…
Sin embargo, no prosperó la demanda de los senadores Alejandro Encinas, Miguel Barbosa,y el ex gobernador de Michoacán, Leonel Godoy –de la Coalición de Izquierda– para fincar responsabilidades políticas al gobernador Aguirre Rivero y solicitar su salida.
–¿Será por que Navarrete protege la “graciosa” huida del gobernador?; ¿por que los linchamientos no contribuyen a salir de la emergencia?; ¿por que que ningún partido está a salvo de que algunos de sus gobiernos sucumban?
Para este informador –no se para usted–, eso se llama encubrimiento, tapadera, colusión, maridaje, protección, escudo, capa, cobertizo o complicidad. Usted escoja el término… y si tiene alguna otra forma de llamarle a esta tomadura de pelo, a este agarrarse de la pata de la vaca mientras otro le hunde la faca… pues adelante.
Algo se obtiene de beneficio en todo esto: no ha habido ningún partido político que pueda separar los hechos de las conveniencias. La gobernabilidad no se demuestra con camiones de soldados o policías por las calles; en todo caso es una evidencia de ingobernabilidad. Se gobierna en la libertad; no en el aturdimiento de los retenes.
La vida guerrerense se ha trastocado. El Bello Puerto está en la bruma, sofocado por el miedo. En Iguala –donde los cadáveres en el closet no se pueden negar– no sobrevive ni un peluquero; los negocios cierran, la gente se guarda temprano y el temor se respira en cada calle, en cada rincón de la Plaza de las Tres Garantías escenario de las mil porquerías. Iguala huele mal… y hasta los añosos tamarindos parecen asustados.
Por años Guerrero fue un estado sin ley, por años se dejaron las cosas al impulso de las conveniencias… y hoy estamos viendo las consecuencias.
No es verdad eso del espíritu ladino, bélico o agresivo de los guerrerenses. La marginación, el miedo, la pobreza, la injusticia y la ignorancia los han empujado al abismo de la violencia. No se le olvide.
EL MONJE LOCO: Hoy ya no hay quien rescate Guerrero. Ni el hamletiano gobernador, ni las fuerzas federales. Mientras no aparezcan los desaparecidos, no habrá solución posible. Y si aparecen sus cadáveres, mucho menos.
@JoseCardenas1| [email protected] | josecardenas.com.mx