Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
El recuento de los daños
Autoridades federales y estatales nos saturan con imágenes de la emergencia provocada por el embate del huracán Odile en Los Cabos, y del esfuerzo monumental de un ejército de héroes anónimos por resolverlo. Se muestra una maquinaria bien aceitada; Marina, Ejército, Policía Federal, Pemex, CFE, empresas privadas y la Cruz Roja Mexicana saben bien su quehacer. Merecen reconocimiento, sin duda.
También vemos en pantalla al Presidente de la República, secretarios de Estado y funcionarios locales empeñados en coordinar una estrategia posible a la medida de la emergencia. En la superficie, no hay reproche, sin embrago, en el fondo, prevalecen las dudas.
Las imágenes de la destrucción causada por el meteoro, conmocionan.
Añada la desesperación de 150 mil afectados por falta de agua, servicios básicos, energía eléctrica, combustibles y comunicaciones.
Es inocultable la rapiña popular, incluida la acción de bandas armadas, que ante la emergencia, saquean hoteles devastados, asaltan casas y roban las mercancías almacenadas en supermercados, tiendas, farmacias y hasta zapaterías, sin descontar la ordeña de gasolineras.
Es entendible que ante la desesperación y el hambre la gente robe para comer; reprobable que de paso se lleve refrigeradores, televisiones, video reproductores y otros bienes de segunda necesidad; inadmisible que las policías municipales, rebasadas, no puedan impedirlo.
Ante el impacto de emergencia delictiva, el Gobierno Federal envió mil elementos de la Gendarmería. Es obvio que la escasez provoca violencia, la violencia pánico, y el pánico, caos… por lo pronto, ya se habla de 300 detenidos por actos de rapiña.
Pero… ¿se está haciendo algo para evitar que comerciantes sin escrúpulos vendan botellas de agua a 70 pesos y asalten a los más necesitados?.
¿Será que es más urgente evacuar a los turistas extranjeros para que hablen bien de México?. De 30 mil ya han movilizado a 14 mil… y contando.
Sin duda el reto también es enorme; así lo reconoce el secretario de Hacienda. Lo primero es llevar ayuda para garantizar la supervivencia de los damnificados, y después pensar en la reconstrucción; Videgaray anuncia un programa de estímulos fiscales y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una aportación de 200 mil dólares.
Aún es temprano para conocer con precisión la magnitud del daño. Las aseguradoras proyectan pagos superiores a los 12 mil millones de pesos. El golpe Odile en Baja California Sur, saldrá más caro que el de Ingrid y Manuel en Guerrero, el año pasado.
Recordamos Guerrero, porque aquella tragedia marca un ejemplo de lo que puede ocurrir en Baja California Sur.
Pasada la emergencia, en las próximas semanas vendrá lo más duro; será peor para aquellos que viven en colonias populares y comunidades alejadas de los centros urbanos, lejos del ojo de los medios de comunicación. La industria turística asentada en Los Cabos acelerará los trabajos de rehabilitación gracias a los seguros, pero en aquellos puntos que nadie visita, estará el verdadero reto de los tres niveles de gobierno.
Seguramente dentro de un año seremos testigos de la sesión plenaria de algún consejo para la reconstrucción de la zona devastada; se presumirán avances… al tiempo que estaremos esperando el siguiente desastre.
BORREGAZO: Si usted puede ayudar con dinero a los damnificados de San José del Cabo, hágalo a través de la cuenta Bancomer 04-04-04-04-06. Nadie le va a robar su dinero, a menos que desconfíe también de la Cruz Roja Mexicana.
@JoseCardenas1 | [email protected] | josecardenas.com.mx