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XALAPA, Ver., 16 de junio de 2015.- Con una vida dedicada a la medicina, un accidente que lo marcó para siempre y un corazón roto, el doctor Lucas Norberto Acosta Jiménez hoy es residente del Asilo Mariana Sayago, lugar en el que aún presume de sus conocimientos aconsejando a sus compañeros longevos sobre el cuidado de la salud.
En el marco del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, Lucas compartió para Quadratín Veracruz su experiencia de vida.
Originario de Chetumal, Quintana Roo, el sueño de ser médico lo trajo hasta la capital veracruzana en 1968. A sus siete años de edad y tras el divorcio de sus padres abandonó su casa, dejando a sus dos hermanas, de las cuales lo único que sabe es que actualmente una de ellas se dedica a la política y la otra es campesina; son la única familia que le queda.
En Xalapa cursó la licenciatura de Médico Cirujano, de la cual egresó en 1971. Luego de las experiencias que tuvo con doctores internacionales dentro de la carrera, con el trabajo dentro de los hospitales en Xalapa, como el Hospital Civil, y con 12 años de servicio en el hospital que antes era el de Neumología, ubicado en el cerro de Macuiltépetl, Lucas Acosta tomó la decisión de especializarse. Así, fue aceptado en la UNAM para realizar una especialidad en Ginecología y Obstetricia.
En 1976, después de haber asistido a un curso en el puerto de Veracruz, sufrió un grave accidente. Manejaba hacia la localidad de Rinconada cuando un automóvil se metió al carril contrario, lo que produjo un terrible choque que le quitó la conciencia.
Tras seis meses de hospitalización, para recuperarse de una fractura de ambas piernas, perdió la continuidad de la especialidad, debido a los rígidos requisitos de la UNAM, faltándole apenas año y medio para egresar. “El accidente me vino a arruinar la vida”, lamentó.
Lucas Acosta, con la melancolía de sus ojos, expresó que en ese tiempo una mujer veracruzana había robado su corazón, pero después de ese accidente y tras varios años de compartir sus vidas juntos, acabaron separándose. “Era muy posesiva, muy grosera, muy agresiva”, dijo de ella, admitiendo que después de esa mujer nunca pudo continuar con su vida.
En el intento de continuar regresó al trabajó en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como coordinador médico y gestor de todas las medicinas que compraba la comisión para sus derechohabientes.
Admite que su vida ya no era la de antes, por lo que decidió refugiarse durante años en el Estado de México y de vez en cuando en el puerto de Veracruz.
Regresó a Xalapa, “uno siempre vuelve a donde echa raíces”, dijo Lucas, y fue por su amistad con el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán como hace 15 años llegó al asilo Sayago.
Hoy con 74 años de edad y un corazón altruista que antes ayudaba a personas sin seguro médico, Lucas apoya a sus compañeros longevos en el asilo. “Me piden mi opinión sobre si sus diagnósticos y tratamientos están bien”.
Agradecido con la satisfacción de poder aún ayudar a la gente, cuenta que su vida se ha llenado de tranquilidad en un sitio donde cuenta con casa, comida y sustento, además de nuevos amigos. “Es una satisfacción muy grande que aquí me acepten como amigo”.
Aquel recordado doctor confiesa que hasta el día de hoy sigue teniendo suscripciones de revistas médicas tanto en español como en inglés. Por desgracia, hoy en día sufre de Esquizofrenia, y vive controlado bajo un régimen estricto de medicamentos, esta enfermedad que llegó a su cerebro como consecuencia de un alcoholismo que durante años, no supo controlar.
“La medicina me enseñó a respetar a la gente, a verlas con humanidad. Me enseñó a tener un poco de calidad humana”, concluyó.