Una vez más la Iglesia Católica está en el ojo del huracán. Justo habían pasado de panzazo tras la proyección de Obediencia Perfecta, cuando la semana pasada, en la editorial del Semanario Desde la Fe abordaron el tema del aborto, criminalizando a los estados que lo han despenalizado o que intentan hacerlo y, levantando por ende, la polvadera.
Bajo el título Estados Asesinos, la jerarquía católica prácticamente excomulga y quema en leña verde, como en tiempos de la inquisición, a los estados de Guerrero y Morelos así como el Distrito Federal.
Según sus cálculos, desde 2007, el DF ha “aniquilado” la existencia de más de 120 mil niños y niñas, “lo que supera, lamentablemente, la de todas las vidas perdidas en la guerra contra el narcotráfico”.
Al perredista Graco Ramírez, lo señalan de incapaz de garantizar las condiciones indispensables a los morelenses, los cuales a decir de los religiosos, son víctimas del flagelo del secuestro, la violencia y la zozobra de un estado extraviado.
En el reparto de culpas, al guerrerense Ángel Aguirre, lo califican de dictador relativista y de promotor de la cultura de la muerte, en una entidad, una vez más en palabras de la iglesia, frustrada por la corrupción, un polvorín inestable por los rezagos sociales y la ausencia de oficio político.
Incluso, para rematar, la Iglesia Católica cuestiona: ¿qué se puede esperar de entidades donde las cifras de crímenes, extorsiones, robos, secuestros, levantones, violencia y corrupción van irremediablemente a la alza?
Y es que últimamente hemos visto a las Diócesis y Arquidiócesis muy movidas en temas políticos. En el caso de Veracruz, la Arquidiócesis de Xalapa ha asumido una actitud crítica ante la posibilidad de aprobar la Ley de Sociedad de Convivencia.
A través de una misiva, hace unas semanas prácticamente amenazó con excomulgar a los diputados locales que estén a favor, aunque afortunadamente, los legisladores no se dejaron amedrentar y echaron avante los foros de consulta.
Si bien, las religiones, sin importar si son católicos, evangélicos, budistas o cualquiera que usted prefiera, promueven, entre muchos valores, el respeto y la igualdad, tal pareciera, que en estos momentos quienes no opinen igual que el catolicismo, están contra este o fuera del mismo.
Hasta el momento, no se ha visto a ningún gobernador o mandatario opinar sobre la rendición de cuentas en las limosnas, o sobre la cuantiosa pérdida de feligreses que año con año se registra.
No se trata pues de estar a favor o en contra del aborto, de la eutanasia o de los matrimonios entre personas de un mismo sexo, se trata de tolerancia, sobre todo cuando se suponen han sido privilegiados con el llamado del Supremo, o como quien dice: zapatero a tus zapatos.
@YamiriRodríguez