En abril del 2013, en el semanario El Informe Pinzón, publiqué una entrevista que me concedió Javier Rodríguez Borgio para hablar de las acusaciones, que en aquel entonces, se hacían en su contra por su presunta orden de aprehensión girada por INTERPOL y su involucramiento en una red de compra de gasolina robada.
En esa entrevista –la única que concedió a un medio de prensa – se mostró indignado por las acusaciones y me aseguró que dichas imputaciones, publicadas por el periódico El Economista eran resultado de un altercado entre él y el grupo de inversionistas liderados por el empresario Jorge Nacer, por la puja para la compra del equipo Gallos Blancos. Borgio me aseguraba que lo publicado por El Economista era falso y que no había órdenes de detención en su contra, “tan así” – me dijo- que aquí estoy, sin problema platicando contigo”
En esa charla, realizada en un café de la Plaza Boulevares y rodeados de una buena cantidad de sus escoltas, me presumió de sus nexos con el gobierno priista y hasta me enseñó una foto tomada con el entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto. “Si fuese perseguido, no podría acercarme a personajes como él”, afirmaba.
También me platicó de lo mal que el gobierno priista de José Calzada lo había tratado y de la distancia que mantenían con él. Consideró que había cierta ingratitud de parte del gobernador priista, porque a pesar de que había invertido en el equipo, “pagué por él 5 millones de dólares, en un paquete de compra de Caja Libertad”, no recibía el apoyo solicitado y me confió que su participación en la empresa Oceanografía era del 20 por ciento, junto con Amado Yáñez, de quien también me corroboró, era su socio en la compra del equipo queretano. Incluso me advirtió que pensaba mudar todos sus negocios al Distrito Federal y dejar Querétaro ante la falta de atención y reconocimiento que –decía- merecían sus inversiones en el estado.
Me habló de los apoyos económicos ‘mesurados, nada excesivos’ a campañas de candidatos panistas y negó que hubiese tenido favores del ex alcalde capitalino y hoy senador Francisco Domínguez para la instalación de su casino Big Bola en la ciudad, “mucho de lo que dicen no es cierto…todo son especulaciones en mi contra”, me dijo.
Tras la publicación de la entrevista, muchos de los amigos y conocidos de Rodríguez Borgio me acusaron de “lo mal” que había tratado a un hombre que, me decían, su único pecado era ser un empresario exitoso, amigo de sus amigos e incomprendido por el gobierno calzadista, el cual marcó distancia, a pesar de recibir apoyos para algunos programas sociales a través de la Fundación Big Bola.
Hoy, el escándalo de Oceanografía, la empresa que dice desconocer como socio; la investigación en contra de Caja Libertad y Gallos Blancos lo ponen en el tema de la discusión pública de café y aquellos que se decían sus amigos, bajan la mirada y hacen ademanes discretos de desencanto…Y es que muchos de ellos saben de su cercanía y de cómo conocían la obra negra de una historia de corrupción que hoy, apenas empieza a conocerse y en la cual, muchos nombres conocidos se darán a conocer