Coahuila y la paz/Rubén Moreira Valdez
En la reciente visita del Presidente pasó algo común para la mayoría de los simples mortales como usted y como yo, pero poco usual en las latitudes de los empoderados políticos. Las medidas de prevención y precaución, así como las de revisión y vigilancia, fueron exhaustivas, tan es así que hasta el senador Carlos Romero Deschamps lo pasaron por una báscula meticulosa a pesar de sus reclamos que fueron disminuyendo hasta concluir en una cara de “pus ya qué”.
Por supuesto, no fue el único… en las mismas condiciones se encontraron los diputados locales que fueron revisados de arriba para abajo por el servicio del Estado Mayor Presidencial y de poco les valió el grito de “Soy diputado”.
II
Todavía vacilamos entre algunos amigos con ese clásico grito que hacía abrir puertas, caminos y hasta vallas: “¡Soy prensa!”
Para hacer efectivo tal grito de guerra, era indispensable sacar la charola que espantaba a cualquier servidor público y era admirada por la gente.
El grito quizás siga sonando pero ya no con el mismo efecto de hace años. La charola se sigue utilizando como una patente de corso ante las autoridades de Tránsito pues es más común que el reportero, periodista, articulista y uno que otro opinista, la utilice en su carro, colgada en el retrovisor, donde es visible para evitar que cualquier cumplido agente de Tránsito ose multar al que esté mal estacionado. El poder de la charola se resiste a morir. ¡Ah! Y si no es suficiente ello, baste rotular en la parte trasera, delantera y costados del carro, el nombre de “Prensa”, lo que te permite circular sin placas, ajeno a cualquier problema, por toda la ciudad.
III
En Veracruz, en esa reciente visita del Presidente Enrique Peña Nieto, el grito de un diputado para que le respetaran la investidura, destanteó a los del Estado Mayor: “¡Soy diputado!”
Uno del EMP, de mente rápida, entonces le respondió: “¡Identifíquese!”
El legislador local volteó a sus ayudantes y presto, ¡pidió una tarjeta de presentación! lo que ocasionó la burla del personal de seguridad que le dijo: “No, señor… esto no sirve”…
¡Exactamente! Ningún diputado local de Veracruz (priista, perredista, del PVEM, PT, Nueva Alianza o PAN) cuenta con identificación oficial que los acredite como tal… bueno, sí… traen una mica, como del tamaño de la credencial del IFE, pero son tan similares, dicen, a las que en las afueras del Palacio de Encanto, puede uno “tramitar” a un precio ridículo y entonces sí, “¡dar el charolazo!”
IV
Hoy, en la tarde, cerca de las 16 horas, en la Academia de Policía en El Lencero, anuncian el arribo de Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, para la graduación de 650 uniformados de Bermúdez Zurita. Quizás la vigilancia no sea tan estricta como la que se utilizó para la visita del Presidente pero por cualquier cosa, “por si las moscas”, los diputados del Congreso local ¡ya tienen su charola! Bueno, al menos hasta al cierre de esta columna ayer por la noche, no todos… quizás unos tres o cuatro, ¡vamos! los que ayer acudieron al Palacio de Encanto; y ojo, porque no es cualquier charola, es similar a las que traen los Diputados Federales: ¡a prueba de “fusil”! porque además de contar con el sello de realce seco o con la troqueladora oficial de la LXIII Legislatura local, cuenta con número de serie, y con un grabado que sólo se puede ver con luz negra o ultravioleta como la que usan para checar la autenticidad de los billetes… lo que se ve en esa luz es el rostro del diputado poseedor de la identificación.
Así que, a partir de mañana, a nuestros diputados, difícilmente los volverán a pasar “por báscula” con tremendo “charolazo”. ¡Que venga Chong y sus guaruras! ¿O qué no?