La despolitización del pueblo y sus nefastas consecuencias
Gritos
Antes que el Grito de Dolores, hubo otros que sin lugar a dudas nos marcaron, no tan fuertes y precisos como los que nuestras nalgas registraron con la chancla de la madre que nos daba en “ídem” por alguna travesura… no, no me refiero a ese grito, sino a otro más desgarrador y chin-chin si estoy equivocado, así que dígame, ¿hubo otro grito más tenebroso que el de La Llorona?
¡Claro que no! quien en su tierna infancia haya escuchado esa leyenda, bastaba que alguna prima bromista lanzara a escondidas tal lamento para que uno realmente pegara el brinco… ¡y el grito de miedo!
II
Me encuentro a Roberto Pérez, Juanelo, alcalde de Coatepec, en una tienda de ropa… pensé que se iba a comprar un traje para este lunes, pero no, fue por una chamarra café y una camisa de cuadros. Le pregunto que si ya está listo para el Grito y me responde que sí, aunque le bromeo: “Grito el que pegaste hace unas semanas”.
Abre un poco los ojos y me dice que sí y empezamos a platicar del tema, de los rumores de que había sido levantado, de que los marinos llegaron hasta palacio municipal para ver si estaba bien y eso hizo más grande el chisme, etcétera.
Sí, hay políticos que sin querer, dieron “por Adela” su Grito de Dolores.
III
Y mientras hay quienes pegaron el Grito porque Carlos Manuel Treviño, panista de Querétaro, ex titular de Sedesol en ese estado, se atrevió a calificar como “Simio” a Ronaldo de Asis Moreira, Ronaldinho, es imposible dejar a un lado un grito que unificó a México no sólo contra el enemigo en el campo de batalla, sino igual contra organizaciones internacionales que se atrevieron a considerar un grito de guerra como ofensivo: “¡Eeeeeeee putooo!”
IV
Los gritos son arengas, son himnos de batalla, también los hay de indignación, de protesta, pero hay quienes ocupan los gritos para elevar al espíritu, como hace algún tiempo en México (¿dónde más?) se utilizó para hacer que todos los mexicanos se inyectaran de energía, de fuerza, de vitalidad, para enfrentar ya fuera la injusticia… o hasta la hueva de un lunes en la oficina, y entonces surgió el ¡Fuaaa! ¿lo recuerdan?
V
Por cierto, hablando de (in)justicia, de nuestras leyes, de nuestras autoridades, bien vale recordar que hubo un grito que nos hace más mexicanos cada vez que lo escuchamos, o en el peor de los casos, lo tomamos como nuestro (toco y toque madera) porque de repente, por circunstancias raras de la vida, nos vemos entambados, en el fresco bote. Por eso, dígame si no hay algo tan mexicano como este grito: ¡¡¡Pepe el Toro es inocente!!!
VI
En mi entorno hay gritos que amo, como el “¡Galleta de Xicooo!”, “¡Gorditas, tamales, chiles rellenos!”, “¡Arreglo calentadoooreees!”, “¡Fierro viejo que vendaaan!”, que se llevan de calle a cualquiera de los que venden agua purificada o los del gas, que cambiaron su clásico grito por una grabación que repite y repite hasta la tortura…
Y curioso, porque del que suponen fue el auténtico grito de Dolores, ya no queda más que un chisguete concentrado en un “¡Viva México!” que es seguro, ha de tener más fuerza en un partido de futbol que desde un balcón de cualquier palacio.