Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
Orgullo jarocho
La película se llama “Un abuelo sinvergüenza”, con Johnny Knoxville. Oigo a la mujer que está atrapada por la cinta. Me sorprende. También me invita a verla. La rechazo. Después de haber visto cinco o diez minutos de “Jackass” tuve suficiente de este actor estadunidense. Por segunda ocasión, mi esposa vuelve a invitarme a ver la cinta… de mala gana me levanto y me dirijo a la sala. No tiene nada que ver con “Jackass”. Quizás porque hay un niño como co-protagonista es que las bromas son más suaves.
Sin embargo, no es de mi agrado pero le digo a Brenda que al menos, está mejor que “Suave Patria”. ¡Por favor! por lo que más quiera, ¡no vea esa película! Verla es perder un valioso tiempo de su vida; y sin embargo, hay dos puntos de interés en ella:
1) La escena donde actúan un asalto en colectivo y acaban siendo casi linchados por los usuarios y chofer.
(Para mí, no es más que el reflejo de una sociedad harta de la delincuencia… ¿recuerdan al vengador asesino del colectivo?)
2) Cuando en Durango, una mujer quiere llamar la atención de los clientes de un antro y a pesar de que grita que la “están agarrando”, nadie la toma en cuenta; pero cuando grita “chilango”, la concurrencia reacciona y se inicia una riña contra el del altiplano.
(¿Por qué la animadversión al chilango? Tengo familiares chilangos y son tan iguales a como los de Orizaba… pero quizás usted tenga su propia opinión del chilango…)
II
“Haz patria, mata a un chilango”.
Hay quienes piensan que la frase nació después del 85, cuando muchos vecinos del DF salieron huyendo a la provincia y añoraban la vida en el altiplano.
Hay quienes dicen que el resentimiento inicia por los 50 del siglo pasado, cuando muchos trámites se tenían que hacer en la capirucha y el provinciano era víctima de malos tratos, discriminación y burlas por el defeño.
Hay quienes lo consideran un resentimiento histórico, con los aztecas, que eran amos y señores en épocas prehispánicas, y por lo mismo, se agandallaban con las doncellas y las riquezas de los demás pueblos sometidos…
Al final, no deja de ser una frase discriminatoria jodida… como la que actualmente se vive en Nuevo Laredo, Tamaulipas, contra los veracruzanos.
La reportera Yasmín Mariche pone al descubierto una página de Facebook donde exhibe un resentimiento al jarocho; ya con el título lo dice todo: “Movimiento Anti-Veracruchango de Nuevo Laredo”.
III
Una vez quise entrevistar a un tipo acusado por homicidio. Había matado con sus propias manos a un vecino por una discusión trivial. Los judiciales (llamados hace algunos años así) lo pusieron bajo su escudo y me permitieron tomarle unas fotos y preguntarle lo que quisiera… primero, agarré la cámara y accioné el obturador. Iba a tomar otra foto, cuando me encontré, a través de la lente, con sus ojos. No era la primera vez que veía a la cara a un homicida, pero en la expresión de ese hombre había algo que simplemente no me permitió tomar otra foto y mucho menos hacerle una sola pregunta… tuve miedo… creo que sin querer, esa vez, me asomé al alma de un asesino.
Cuando visito la página “Movimiento Anti-Veracruchango de Nuevo Laredo”, no tengo miedo… me da asco, pero no ese asco de rechazo, repulsión o desprecio… en serio, me hace sentir mal, me revuelve el estómago… como cuando alguien percibe en otra persona “mala vibra”… ¿no le ha pasado?
Tanto odio, resentimiento, amargura en palabras y fotografías… para este grupo, con un poco más de mil seguidores, el veracruzano no es más que un simio advenedizo que les quita la oportunidad de trabajar en las maquilas. Pareciera que eso es su resentimiento.
El odio hasta el momento es “virtual”… ¿qué va a pasar cuando del Facebook pasen a la realidad? ¿Qué va a pasar cuando este grupo toque la cabeza de una persona que en verdad se crea todas las patrañas que escriben en ese espacio?
Es evidente que el episodio de Dani Alves, jugador del Barcelona al que le arrojaron un plátano en un partido de futbol, pasó de noche para esta gente… es claro que son muchos los Donald Sterling los que hay en el mundo que anidan racismo y discriminación en su espíritu… y a pesar de ello, hay algo bueno en todo esto: Mil y pocas personas que integran este grupo no hacen Nuevo Laredo, Tamaulipas; no hacen a un México resentido; no son más que una minoría enferma, pobre y vacía… aunque sí logran algo: sentirme orgulloso de ser veracruzano.