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MÉXICO, DF., 16 de diciembre de 2013.- Hay finales que se precisan ganar sin importar las formas para ser parte de la historia, y eso lo entendió el León en su serie ante el América. En los dos encuentros prefirió vivir detrás del balón, cedió la iniciativa, pero su riqueza ofensiva le bastó para arrodillar al antiguo monarca. Con un 3-1 en el marcador (5-1 en el global), acabó con el reinado azulcrema y se hizo de un cetro, el sexto en su historia, que marcará un parteaguas. Un grande ha resurgido con goles como su estandarte. Veintidós años después el León vuelve a ser campeón en la Primera División, en una noche en la que encantó al Estadio Azteca.
Miguel Herrera, ingobernable como pocos técnicos en esta liga, en su última noche como americanista, con la intención de tener más profundidad y que su equipo mejorara en la definición, dejó en la banca a Luis Gabriel Rey y a Osvaldo Martínez para darle juego a Narciso Mina y Luis Ángel Mendoza. Pero en la búsqueda de los goles que le dieran vida a su equipo, de verse ofensivo, cometió el error de no reparar los resquicios que tenía su once en la media cancha.
Juan Carlos Medina, el único contención con el que inició, fue superado con facilidad por Carlos Peña, Luis Montes y José Juan Vázquez. Un regalo que el equipo guanajuatense no desperdició y que agradeció como en el primer juego. Así, la vuelta se desarrolló con un guión idéntico al de la ida.
Las Águilas se adueñaron del balón, lo circularon a placer y empujaron a su oponente dentro de su área, pero los que pegaron fueron de verde.
Las Águilas mandaron dos avisos que hacían pensar que serían los primeros en marcar. En una, Luis Ángel Mendoza cimbró el arco con un derechazo y en la siguiente Narciso Mina puso su remate en las manos de William Yarbrough. Su esfuerzo fue en vano. La verticalidad y riqueza ofensiva del plantel esmeralda no tardó en aparecer. Peña, que caminaba a placer por la medular, tomó el balón, giró y de inmediato filtró un balón a Mauro Boselli que finalizó en las redes. Desde el borde del área el argentino sacó un derechazo cruzado para el 0-1.
El Piojo tardó casi media hora en enmendar el camino, pero cuando se espabiló su plantel eliminó el peligro en su arco para dedicarse por completo a atacar. A partir del minuto 32, las ocasiones de gol que generó el equipo local fueron incontables, pero la falta de contundencia que padeció en toda la liguilla se volvió a dar. Apoyados en Mendoza, que fue un torbellino por la banda derecha, Mina fue surtido de balones, sin que ninguno de sus intentos acabara dentro del arco en sendos testarazos, aunque Francisco Javier Rodríguez hizo lo propio. La única forma que encontraron para marcar fue con un autogol, en el minuto 42, en una jugada en la que Ignacio González desvió con la espalda un tiro de Rubens Sambueza.
Pero en la complementaria el plantel de Gustavo Matosas, un genio que ya se ganó un sitio en el futbol mexicano, encontró la forma de apaciguar a los azulcremas.
En el minuto 51, en un tiro de esquina, Luis Montes centró exacto a Nacho González para que pusiera un 1-2 lapidario con la testa. El León ya no necesitó más. La desesperación americanista, sumada a una expulsión de Maza Rodríguez y un gol de Edwin Hernández, en el 72, le dieron la tranquilidad que no había tenido en la mayor parte de la serie. Con goles el León acabó con el campeón y se hizo del título.