
Morena, con propuestas para mejorar condiciones de Coatza: Pedro Miguel
XALAPA, Ver., 15 de junio de 2015.- Tres veces a la semana, don Margarito Brenis Romero acude con su esposa a La Quinta de las Rosas, ya lleva 10 años asistiendo a esta Casa del Día, en la que ha recuperado su jovialidad.
Aunque sus hijos se resistían a que acudieran a estas actividades, ellos inisitieron: “No nos querían dar permiso, no nos apoyaron, pero queríamos sentirnos útiles, es muy agradable estar acá, lamentablemente hay muchos adultos mayores como nosotros que no tienen el apoyo de sus hijos, no les dan permiso”.
Lamentó que muchas veces los adultos mayores sean vistos en el hogar con un estorbo, “como algo viejo”.
“Cuando los hijos crecen, los papeles se invierten, los hijos piensan que dependemos de ellos, se desquitan de cuando nosotros les llamábamos la atención, los regañábamos y ese patrón se repite, y pues ahora resulta que los hijos nos quieren mandar y no nos dejan ser parte de estas actividades tan bonitas y divertidas”.
Indicó que él y su mujer se “rebelaron” y desobedecieron a los hijos, pues se han sentido a gusto y ni tiempo tienen de recordar algunos de los achaques de los que antes se quejaban tanto por su edad.
“Hay hijos que no dejan salir a los padres para nada de la casa, sobre todo a la mamá porque aunque estemos viejitos, somos de gran ayuda para cuidar a los nietos, para llevarlos a la escuela, para hacer la comida, mientras ellos trabajan o se van de paseo, pero nosotros a nuestra edad buscamos algo mucho más que eso, por eso venimos aquí para distraernos, para sentirnos productivos, para pasarla bien”.
En tanto, don Miguel Salazar, José Guadalupe Cornejo y doña Margarita Rodríguez Montiel, coincidieron en que salir de su casa tras haber formado a sus hijos, les permite retomar algunos proyectos personales que en su juventud dejaron pendientes.
Ahora, están animados porque pronto grabarán un disco con La Rondalla Bohemia.
Hay quienes pasan más de seis horas en la estancia, aquí desayunan, comen, se recrean y cultivan las relaciones humanas; con los años han visto partir a algunos de sus amigos y saben que pronto los alcanzarán.
Mientras disfrutan de la vida, no permiten que la depresión los domine. Alguno de los entrevistados refirió: “Un día, cansado de la soledad, decidí pasar los últimos días de mi vida de la mejor manera, vine a La Quinta y me gustó, tengo novia y me siento bastante animado; de morir estoy listo (sic) yo ya ando en tiempo extra, el próximo mes cumpliré 93 años”.