Turismo y seguridad deben de trabajar de la mano: Fernando Torres
COATZACOALCOS, Ver., 18 de julio de 2015.- A la una de la mañana, Jesús Alí Cortés Román tomó el autobús en Coatzacoalcos para ir a Veracruz, contento, con esperanza y sabedor de la carga que trae en sus espaldas: lograr ver coronado el gran esfuerzo de varios años y traer para México una presea de oro en los Juegos Panamericanos de Toronto.
El chico, de 22 años, sufre de parálisis cerebral de nacimiento. Sus papás no tuvieron recursos y su madre llegó tarde al hospital por no contar con dinero para pagar un vehículo que la llevara cuando iba a dar a luz. En el vientre se quedó sin oxígeno, lo que le provocó una parálisis de por vida.
Hasta los cinco años, no podía caminar, lo llevaban a la escuela de Educación Especial para que tomara rehabilitación, pero apenas y podía avanzar, se transportaba en los brazos de sus hermanos cuando las colonias Santa Isabel y Rancho Alegre estaban envueltas por dunas.
A alguien se le ocurrió meterlo al deporte cuando logró dar sus primeros pasos, ya pasado sus cinco años, e impulsado por el apoyo de sus padres y hermanos, puesto que se caía, escuchaba los comentarios de quienes cuestionaban «por qué meterlo a correr en una pista si apenas y podía caminar». La idea era loca, pero más allá de que llegara a ser un destacado deportista, lo único que su familia quería era que se rehabilitara completamente.
Aunque la rehabilitación nunca fue total, con el transcurso del tiempo Jesús Alí comprender instrucciones; apenas con el oído derecho logra escuchar y al paso de los años sus piernas se hicieron más fuertes y su pasión por el deporte y las competencias empezaron a notarse.
A partir de ese momento, ha participado en decenas de justas deportivas y simbólicamente tiene en su haber más de 80 medallas; las que más abundan son las de oro, le siguen las de plata y bronce.
Sin embargo, el sistema no ayuda en nada. Su madre, doña Hilda Román, relata que “se viene el apocalipsis” cada que a Jesús lo llaman para competencias estatales y nacionales, ya sea en México, Morelia, Guadalajara, Veracruz y otros estados donde ha participado, pues sí bien al llegar a las sedes al joven no le falta estancia y comida, viajar hacia esos destinos y regresar es toda una odisea. Cada que hay un evento, tienen que buscar recursos “hasta debajo de las piedras”.
Alí Cortes, estudiante del Centro de Capacitación para el Trabajo Industrial (Cecati) botea en las calles, afortunadamente su escuela respondió bien y juntó al menos mil pesos, lo que cubre su boleto de ida; sin embargo, continúa trabajando en la recolección de dinero y, con demás aportaciones, consiguen el ticket de regreso y unos pesos más para la comida de su madre, su compañera de viaje, pues necesita a alguien que lo ayude y vigile.
Desde hace unos años, se ha acercado al ayuntamiento de Coatzacoalcos, donde luego de ponerle trabas y hacerlo dar vueltas y vueltas, les proporcionan una mínima cantidad que apenas y completa lo de los pasajes y algo de comida; no obstante, agradece el apoyo.
Pero este año algo pasó, Jesús Alí Cortés Román salió seleccionado entre los 60 deportistas del Comité Paralímpico Mexicano, en la disciplina de Atletismo, para viajar a los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, que ya se celebran en Canadá y que iniciarán luego de las competencias normales.
Luego del júbilo al enterarse, la historia de siempre: tener que buscar cómo llegar. Nuevamente se acercó a las autoridades municipales de Coatzacoalcos para solicitar el apoyo, creyendo que por ser una justa internacional en la que les han dado mucha publicidad a los deportistas mexicanos que representarán a la nación, el apoyo sería inmediato; no obstante, nada pasó.
Relata Hilda Román que se acercó a la Dirección Municipal del Deporte, a la Secretaría de Gobernación e incluso intento localizar al propio alcalde, pero sus esfuerzo fueron en vano. Las primeras dependencias le tomaron el oficio y se espantaron cuando el monto de apoyo que requería era de 18 mil pesos, puesto que Jesús viajaría este sábado a Veracruz con su madre para correr y tener marca para otra competencia que se llevará a cabo en octubre; de ahí tomaría su camión para ir a la Ciudad de México e integrarse a la Comité Paraolímpico Mexicano (Copame) para su entrenamiento. El 2 de agosto viajaría rumbo a Canadá.
La estancia de su mamá, quien lo acompaña, será de dos semanas en México hasta esperar la partida de su hijo, en un lugar donde no tienen familiares, por lo que se incluía la petición de apoyo para poder quedarse en un sitio modesto y tener qué comer. El dinero nunca llegó.
En una jornada por Rancho Alegre, buscando al alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, quien por motivos de agenda no pudo arribar, doña Hilda localizó al secretario de Gobernación, Oliver Damas, a quien le pidió el apoyo. El funcionario se limitó a comentarle: «¡híjole!, es mucho, apenas y le podremos ayudar con cuatro mil pesos».
Damas le pidió que entregara sus papeles con “la licenciada Guillermina”, del mismo departamento, previa advertencia de que si la apoyaban ya no podría pedir dinero en otras dependencias.
Llegado el viernes, día de la cita, la licenciada Guillermina le dijo que el alcalde no había autorizado nada, por lo que sólo la iban a poder ayudar con 600 pesos, pero que considerara que el caso de Jesús Alí era “algo especial”.
Y así fue, su padre, Francisco Javier Cortés Domínguez, se endrogó y se quedó sin dinero para comer mientras su hijo busca ganar la medalla de oro en Toronto y traerla a México. El señor asegura que no le importa comer huevos todos los días, pues su mayor alegría es que “Chucho”, “AliBolt”, “Rambo” o “Jesus Alí”, como lo llama, cumpla su sueño y ponga en alto el nombre de Coatzacoalcos, Veracruz y México.
Sabedor de que “siempre hay poco apoyo para el deporte”, el señor denuncia que “los muchachos especiales” (jóvenes con alguna discapacidad) nunca reciben el respaldo que merecen ni en estas competencias internacionales en las que ganar el oro es muy importante para una nación; sobre todo porque, localmente, Jesús Alí nunca ha podido conseguir una beca e incluso paga el derecho de piso para poder entrenar en el estadio Rafael Hernández Ochoa.
Ahora, su familia espera que “AliBolt”, como se hace llamar en las redes sociales, gane y ponga en alto el nombre de México y, de paso, traiga alegría a quienes lo ayudaron. De no lograrlo, pues “depende de lo fuerte que estén los competidores de otros países, no pasa nada”, asegura su padre.
“Mi hijo ya es un ganador por salir de Coatzacoalcos hasta Cánada y participar en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015”, comenta orgulloso.