Acercan Ciencia y Tecnología a estudiantes de sectores marginados
SAN PEDRO SOTEAPAN, Ver., 27 de junio de 2015.- Veracruz cuenta con decenas de comunidades que todavía se rigen por usos y costumbres, donde la ley es la del pueblo y sus tradiciones marcan a las generaciones en prácticas no tan habituales. Un ejemplo claro es San Pedro Soteapan.
En localidades como Hilario C. Salas es normal ver a varones viviendo con dos o hasta tres concubinas bajo el mismo techo, quienes se reparten el trabajo del hogar, dan de comer a sus hijos y cumplen con su deber de esposas; mientras, el marido sale al campo, actividad económica de la zona serrana para traer el sustento de la familia.
Mario Franco, el mayor de los hijos de una familia de 20, relata que su padre, don Tiburcio, llegó a tener hasta tres esposas al mismo tiempo, pero actualmente se quedó con dos. Todas las tareas las coordinan dentro del hogar y en su momento cada quien recibe las dádivas de amor.
«Consiste en platicar con ellas dos, llegas a un acuerdo de que se pueden ayudar mutuamente, en armonía, la cuestión es dormir con una hoy, mañana con otra; se comparte relación para que no se enoje la otra», expuso Mario Franco, quien hasta hace poco vivía con tres esposas, pero una de ellas desertó, pese a que estuvo de acuerdo desde el principio.
«No hay enojos, si tú le das a tu familia satisfacción, no hay enojo. Sí funciona, yo vivía así igual, sin embargo yo pedí permiso con la primera que traje, pero quería relación con ella sola»
La poligamia es un tipo de relación que permite a una persona estar casada con varios individuos al mismo tiempo, a pesar de que el derecho occidental no la reconoce, sino como un conjunto de matrimonios monógamos que poseen un cónyuge en común.
La existencia de los matrimonios polígamos es aceptada de modo común en ciencias sociales, especialmente por la antropología del parentesco, que ha documentado casos muy extremos de esta práctica.
En municipios del sur de Veracruz, en especial la zona urbana, esta modalidad de «matrimonio» es una actividad que se dejó de acostumbrar desde hace varios años, pero en la zona serrana la situación es diferente.
Doña Juana Duarte, primera esposa del matrimonio de don Tiburcio, en la comunidad de Hilario C. Salas, aseguró que llegó desde los 16 años de edad, mientras la otra compañera de su esposo llegó seis años después. Con el poco castellano que manejan, pues su lengua natal es el popoluca, explicó que cada quien se hace cargo de sus hijos y se reparten las tareas.
«Yo sólo tengo un esposo, viven juntos en una casa na’más, o sea, es muy aparte, cada quien su cama».
Las hijas de estos matrimonios aceptan un matrimonio como éste, pues lo conciben como normal, pero aseveran que “es la suerte” de los hombres tener una o varias esposas.
«Tienen bastantes hijos, todos son sus nietos; mi mamá tenía seis hijos, la otra 12, es la suerte que a él le tocó; así lo dejó su papá, su abuelo, pues», explicó Martha Franco, hija del matrimonio polígamo.
La pregunta que se hacen las personas que se enteran de estas uniones es ¿cómo le hacen para evitar los celos y que no “se agarren a golpes” las esposas?, la respuesta es la armonía y darle amor a cada persona de forma equitativa.