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VERACRUZ, Ver., 5 de junio de 2015.- La falta de formación en valores y ética han sido resultado del apartamiento que sufre la ciudadanía de la religiosidad y de la espiritualidad, alejando así a las sociedades de la compasión y la felicidad, acusó el monje tibetano de origen mexicano, Geshe Lobsang Dawa.
Compartió que el valor de la compasión es universal, por lo cual no es algo que necesariamente requiera de tiempo u orientaciones religiosas, pero sí demanda de una formación en valores que permita a los individuos contribuir con un cambio en las sociedades.
“Hemos encontrado que mucha gente ya no practica una religión, en las escuelas y en las familias ya no se enseñan valores; podemos realmente encontrar los valores independientemente de que tengamos una fe o no, eso los jóvenes lo tienen que saber, no es necesario que tengas una religión para encontrar los valores, pero también es parte de nuestra responsabilidad como adultos que se les inculque a los niños esos valores”.
El monje tibetano de origen mexicano expuso que la violencia no puede ser leída a través de un par de décadas, ya que estos son comportamientos que resultan de un proceso evolutivo en la formación del nicho familiar y social de los seres humanos.
Consideró que si la gente supiera en realidad lo que es la felicidad, no existirían personas que buscaran de manera incorrecta alcanzar este estadio físico y mental.
“La pérdida de valores y no sólo de la compasión tiene que ver con que hay una gran confusión acerca de qué es la felicidad y de cómo obtener la felicidad, porque realmente si uno lo analiza, todo lo que hacemos es con tal de evitar la felicidad y evitar el sufrimiento; si robas un banco, es porque piensas ‘el dinero me va a dar felicidad y la felicidad es lo que busco’, pero claro que es una manera totalmente errónea de buscar la felicidad”.
Geshe Lobsang Dawa explicó que la cercanía o el creciente interés con la tecnología y por otros gustos materiales van acercando al ser humano a una idea errónea de lo que es la felicidad interior, la cual defendió que no debe ser buscada en el exterior a nuestro cuerpo físico y espiritual.
“Con el paso del tiempo se va perdiendo la idea de qué es lo que es la felicidad, no quiere decir que siempre lo hayamos sabido de manera perfecta, pero al menos tenemos una idea de algo cercano, pero conforme el desarrollo material va creciendo, uno va poniendo énfasis en cuestiones más externas y eso va haciendo que nos vayamos olvidando de que realmente el bienestar auténtico es el bienestar interior”.