
La Justicia que el pueblo quiere, es posible: Mónica Güicho
XALAPA, Ver., 29 de julio de 2015.- La segunda fuga de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, el pasado 12 de julio, ha revivido los señalamientos contra el veracruzano Enrique Pérez Rodríguez, diputado panista suplente de Miguel Ángel Yunes Linares, sobre su supuesta participación en la primera evasión del narcotraficante más peligroso del mundo del penal de máxima seguridad de Puente Grande en Jalisco hace 14 años.
Según testimonios recabados en los libros, “Máxima Seguridad: Almoloya y Puente Grande”, del periodista Julio Scherer García, y “Los Señores del Narco” de la periodista Anabel Hernández, Enrique Pérez permitió facilidades y privilegios a El Chapo, quien controlaba el sistema al interior del penal, y señalan su complicidad en la fuga del capo el 19 de enero de 2001, cuando el veracruzano era director general de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Gobernación.
Julio Scherer entrevistó a un reo llamado Evaristo Nucamendi quien le aseguró “un día vino Enrique Pérez Rodríguez y la fuga fue al día siguiente. Yo no estuve presente pero dicen que llegó Pérez Rodríguez y que le dijo: Prepara a dos de tus gentes porque te voy a mandar al COC (Conductas especiales). Hay demasiada presión y ya no te puedo tener aquí, agarra a dos de tus gentes para que te acompañen.
El periodista entrevistó además a Zulema Hernández, amante de El Chapo mientras estuvieron recluidos en el penal de máxima seguridad; le preguntó si había complicidad de muchos o si algún grande lo dejó salir.
“Me parece obvio que la gente grande no iría directamente al penal. Pero yo estaba con él cuando le avisaron que habían llegado a verlo. Yo me salí del cuarto para que pudieran hablar. Platiqué después con Joaquín. Me habló de la extradición. Me dijo que no quería que lo extraditaran. Pienso que para entonces ya había algún consentimiento… El consentimiento viene desde que cambiaron a un subdirector de Seguridad a favor de ellos”.
En el libro “Los Señores del Narco”, Anabel Hernández describe de manera detallada las ocasiones en que Enrique Pérez Rodríguez tuvo conocimiento de las facilidades y privilegios que tenían dentro del penal de Puente Grande Joaquín El Chapo Guzmán, Héctor El Güero Palma y Arturo Martínez Herrera, El Texas, y señala de manera reiterada las omisiones del funcionario público; sin embargo, jamás fue castigado por ello.
Los narcotraficantes formaron un grupo conocido al interior del penal como “Los Tres”, quienes con la ayuda de Dámaso López Núñez, entonces subdirector de seguridad del penal, eran “invencibles”. Pagaban a empleados, custodios y hasta al director del penal a cambio de permitirles cientos de irregularidades.
Desde 1999 habían dado a conocer a Miguel Ángel Yunes Linares, en ese entonces director de Prevención y Readaptación Social, sobre estas irregularidades. En 2000, fue relevado en el puesto por su empleado incondicional Enrique Pérez Rodríguez, a quien también se le notificó sobre lo sucedido. Según la periodista Anabel Hernández, “no sólo tenían reportes de la corrupción dentro del penal, sino que incluso fueron testigos presenciales de las irregularidades”.
Pérez Rodríguez nombró a Antonio Aguilar Garzón subdirector de Seguridad y Custodia Interna de Puente Grande, quien recibió denuncias de que Leonardo Beltrán Santana, director del centro penitenciario, y Dámaso López Núñez, anterior subdirector, permitían que se filtraran celulares, prostitutas, licor y drogas para el grupo de Los Tres.
En una declaración hecha ante el Ministerio Público, Aguilar Garzón aseguró que de estas irregularidades estaba informado Enrique Pérez; sin embargo, para asegurarse de que el director de Prevención y Readaptación Social estuviera al tanto, se lo comentó de manera personal, lo cual fue desestimado.
En “Los Señores del Narco” se narra un “operativo sorpresa” en Puente Grande encabezado por Enrique Pérez Rodríguez y Antonio Aguilar Garzón el 16 de septiembre de 2000.
A las ocho de la mañana llegó Miguel Ángel Cambrón Rojas, comandante de la Tercera Compañía de Seguridad y Custodia, con la acostumbrada valija en mano entró en el área del Diamante VOC, de acceso exclusivo para funcionarios del penal. Al interior de su maletín había vitaminas y dinero en efectivo. Aguilar Garzón informó a Enrique Pérez, quien ordenó llevar al comandante Cambrón a la sala de juntas de la dirección.
Allí, ante cuestionamientos de los funcionarios, Aguilar Garzón comenzó a vaciar los bolsillos del pantalón de Cambrón, quien llevaba dólares, una enumeración en clave de diferentes servicios que se efectuaban en el penal con un listado de cantidades de dinero, y un directorio de domicilios de la ciudad de Guadalajara, en donde se cobrara la nómina.
Luego revisaron el casillero del comandante Cambrón en donde hallaron viagra, lubricantes vaginales, óvulos, anticonceptivos y pastillas psicotrópicas; entonces confesó que introducía todo eso al penal a petición de Jaime Leonardo Valencia, el principal operador de El Chapo Guzmán.
El encargado de los penales del país, Enrique Pérez, quien había constatado lo anterior, no impuso sanción alguna a Miguel Ángel Cambrón Rojas.
En el regreso, cuando viajaban del penal a la ciudad de Guadalajara, Aguilar Garzón insistió a su jefe: “Señor, es urgente que reubiquemos en otros centros federales a los internos -Joaquín El Chapo Guzmán, Héctor El Güero Palma y Arturo El Texas Martínez-. Esto que pasó hoy confirma la información que me habían proporcionado sobre las irregularidades en Puente Grande”. “Lo voy a valorar” fue la única respuesta que recibió de Enrique Pérez Rodríguez.
Anabel Hernández concluye el capítulo ‘Amo y Señor de Los Señores del Narco’ diciendo que “no cabía la menor duda: en Puente Grande había sólo un amo y señor, y ese no era ninguno de los funcionarios, era El Chapo.
El 19 de enero de 2001, a 4 meses del “operativo”, 50 días después de iniciado el gobierno de Vicente Fox, Joaquín Guzmán Loera, se fugó del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco.
Antonio Aguilar Garzón, quien señaló las omisiones de Enrique Pérez Rodríguez, después de rendir su declaración ante el Ministerio Público, murió en un extraño accidente automovilístico en la carretera México–Cuernavaca, aún estaban sin concluir las investigaciones sobre la primera fuga de El Chapo.