Redacción / Quadratín Veracruz
XALAPA, Ver., 15 de noviembre de 2014.- La manifestación de jóvenes que comenzó siendo pacífica en la Escuela Normal Veracruzana «Enrique C. Rébsamen» terminó con fuego, cristales rotos y monumentos destrozados en las instalaciones del PRI estatal; además, hubo daños en Palacio de Gobierno, Ayuntamiento de Xalapa, oficinas del INE, Diario de Xalapa y hasta hoteles que hospedan a atletas de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, fueron atacados por los encapuchados.
Alrededor de 100 manifestantes, la mayoría de ellos tapados de la cara con paliacates y camisas amarradas, marcharon por las principales vialidades de Xalapa protegidos con palos y escudos improvisados con conos de señalamientos viales.
A su paso por las instalaciones de Gobierno del estado, estas fueron rayadas con aerosol con consignas como «Ayotzinapa» y»Vivos los queremos»; en cada ocasión que los manifestantes rayaban alguna pared o ventana, los llamados «escudos» los protegían para que los reporteros gráficos no tomaran placas.
En varios momentos, los representantes de los medios de comunicación fueron advertidos que si tomaban fotos de los rostros de los manifestantes «les iban a partir la madre»; quienes cubrieron la marcha se protegieron con cascos y se mantuvieron en bloque para evitar ser agredidos o quedar en medio de las protestas.
La marcha se prolongó por espacio de dos horas en los que los manifestantes gritaron consignas contra el Gobierno, y exigieron justicia por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.
A su llegada a plaza Lerdo, los jóvenes que vestían de negro, rayaron pilares de Palacio de Gobierno y en un carrito de supermercado llevaban lo que en un primer momento se dijo eran bombas molotov; sin embargo, esto no ha sido confirmado por alguna autoridad.
Tras avanzar por la avenida Ávila Camacho, el contingente arrancó tanto pendones promocionando El Buen Fin, como carteles alusivos a los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
A su paso por un establecimiento de una cadena de venta de hamburguesas, los encapuchados saludaron a los niños que se pegaron a los cristales por el ruido de las consignas y les gritaron «esta lucha es por ustedes».
Una vez que llegaron al Teatro del Estado, el contingente se separó entre los que llevaban cubierto el rostro y los que no; los que no, se dispersaron y los demás avanzaron hacia las instalaciones del PRI estatal.
Ahí, los manifestantes aventaron piedras, palos, canicas y cayucos contra las ventanas del edificio que pocos minutos se convirtió en el blanco de cientos de proyectiles.
Los vidrios cedieron y prácticamente todas las ventanas fueron destrozadas; algunos de los llamados «anarquistas» gritaron y azuzaron a sus compañeros a «prenderle fuego al PRI»; «no sean putos, compañeros, no hay nadie. Hay que incendiarlo», eran los gritos que se escuchaban.
El asombro de quienes pasaron por el lugar era evidente pues el sonido de los vidrios al caer se oyó como sinfonía.
Tras el primer pendón incendiado, un grupo de jóvenes quiso huir del lugar al escuchar la sirena de una patrulla de policía; pero los demás los llamaron a «aguantar ahí».
A pesar de que patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública pasaron por el lugar, no se detuvieron a verificar los destrozos causados, lo que alentó a los anarquistas.
El tono del ataque aumentó y al arrancar trozos de madera de una cabaña que se usa como comercio a las afueras del PRI, prendieron fuego a un trozo y lo aventaron al interior del edificio, en una de las oficinas de la esquina con Francisco Moreno.
Uno de los manifestantes corrió hacia el busto de Jesús Reyes Heroles, erigido en la entrada del edificio del partido tricolor y a punta de mazo logró tirarlo y arrastrarlo casi al centro de la explanada, mientras –eufóricos– gritaban por el ataque.
Por más que los jóvenes intentaron entrar en las instalaciones no lograron su cometido debido a las protecciones de metal que fueron la única barrera que lo impidió.
Tras los destrozos, los encapuchados corrieron y se perdieron en la calle Francisco Moreno.
El PRI ardía desde sus entrañas y los asombrados vecinos del lugar llamaron a los bomberos para apagar el fuego que amenazaba con extenderse hasta un tanque de gas cercano; las llamas alcanzaron un metro.
Casi media hora tardó en arribar el Cuerpo de Bomberos y en la espera, uno de los vecinos salió y con extinguidor en mano intentó apagar las llamas en dos ocasiones; la última lo logró, y al llegar los bomberos sólo verificaron el área.
La calma llegó a la zona y aunque los representantes de los medios de comunicación esperaron por espacio de una hora el arribo de autoridades priistas para conocer el rumbo de las acciones que tomarían, estas no llegaron.