Descarta Sheinbaum terrorismo por coches bomba en Guanajuato
XALAPA, Ver., 25 de abril de 2015.- “Tras casi 20 años de lucha por saber quién soy, lo complejo no han sido los asuntos mentales, sino incrustarme a la sociedad, ser respetada y vista como la mujer que soy”, refiere Silvia Susana Jácome, una de las primeras transgénero en Veracruz en obtener el acta de nacimiento con nueva identidad, el pase a la vida que desde los 7 años ha anhelado.
Es una mujer profesionista, oriunda del Distrito Federal. Llegó a la capital del estado con el ánimo de comenzar una nueva vida.
Comunicóloga de formación, activista por convicción y orgullosa madre. Se siente contenta, hoy es feliz. Sin embargo, a sus casi 60 años los últimos le han permitido disfrutar su sexualidad, con críticas y discriminación pero segura de que cambiar los pantalones por los vestidos ha sido la mejor de sus decisiones.
Susana se casó dos veces. Recuerda que sus ex esposas son muy bellas, con la primera la relación no funcionó y la segunda mujer no toleró darse cuenta de que no era quien siempre se dijo. “Cuando le confesé lo que me pasaba, de que mi cuerpo era de hombre pero que en realidad yo quería ser mujer físicamente, me respondió que no era lesbiana y me pidió el divorcio. Ése ha sido uno de los golpes más duros porque yo la amé muchos años tras la ruptura”.
Cuenta que el rechazo social ha sido más difícil en el aspecto laboral. Ha perdido muchos empleos por dejar de ser “fulano de tal” y convertirse en Susana Jácome.
Es muy culta, reservada y, aunque su sexo es masculino, en varias ocasiones de la entrevista se nota su sensibilidad como mujer.
“Hoy no queda muy claro lo que soy. He vencido mis temores. Hasta llegué a pensar que estaba enferma. Mil noches pensé que había nacido en un cuerpo equivocado, eso es una falacia. Sé que mi sexo es macho, pero soy una mujer, eso no es lo mismo, no es lo mismo el sexo que el género”.
Con la obtención del documento, iniciará todos los tramites siguientes con relación a la documentación oficial, incluso, ya está atendiendo los del área académica.
Con los ojos cristalinos reitera que está contenta y satisfecha porque con su caso y el de otras cuantas en la misma situación se hace un parteaguas.
“Muy muy contenta, me da tranquilidad, se han rebasado todas mis expectativas. Si hace 20 años alguien me hubiera dicho, en 2015 tendrás un documento oficial con tu identidad no lo hubiera creído. Nunca me lo imagine, sé que falta mucho, pero por lo menos en el proceso personal estoy feliz. Esto es mucho más de lo esperé”.
Por ello, exhortó a la juventud mayor de edad a aprovechar la apertura que comienza a darse en el tema y no dejar pasar 50 años para buscar lo que anhelan en el sentido personal.
“Yo he vivido muchísimos malos momentos. Hoy son otros tiempos, cuando yo sabía que había un lío con mi género ni siquiera existía el termino “gay”. Sin duda es difícil afrontar esta transformación, a mí además del matrimonio me ha costado el rechazo de mi propia familia, no de mis hijos, pero sí de primos, tíos, etcétera. Mi madre no, ella siempre me ha apoyado. Dar este paso implica renunciar a muchas cosas, esto es como cruzar un río turbio y bravo, conozco a muchas que se ahogan en el camino”.
Silvia Susana asegura que una vez cruzado el río, llega la calma, se pisa en firme. “El inicio de todo esto es reconocernos, que no estamos enfermas y que podemos crecer mucho, con lamento veo que justamente por la discriminación muchas personas en mi situación sólo logran emplearse en estéticas o en las calles como sexoservidoras. Sin duda las respeto, pero podemos ir mucho más allá, se está dando el cambio. Las legislaciones comienzan a girarse a nuestro favor, hay que aprovecharlas”.
Otra de las experiencias vividas es que, en alguna ocasión, tras su salida de la Universidad Veracruzana por el cambio de administración, estuvo desempleada por tres meses. “Me las vi realmente negras, no sabía qué hacer, todos me cerraron la puerta por ser trans; de hecho me volví a poner los pantalones, cortarme el cabello y dejarme el bigote porque tenía tres hijos que mantener, pero ni así tuve éxito. Al cabo de los días, regrese a la vida que ya había llevado por años y tuve un golpe de suerte: encontré trabajo en actividades propias de mi área de estudio”.
En tanto, insiste en que si bien aún el país “está en pañales” se trata de ir rompiendo estereotipos entre todo este sector de la población, además del respeto entre ellas mismas, así su dignidad y convicción podría a acelerar los resultados que por décadas la comunidad trans ha buscado.
Finalmente, abundó que sólo demandan dos cosas: respeto hacia sus preferencias sexuales e inclusión. “De lo demás, nosotras nos encargamos. A mí me costó años, pero ahora estoy aquí con mi registro oficial como mujer, como lo que siempre he sido y no me costó más que 200 pesos y esperar toda la mañana en el Registro Civil para realizar el trámite”.