Condonan pagos por cuotas de mantenimiento en panteones de Poza Rica
MINATITLÁN, Ver., 17 de octubre de 2015.- ¿Se imagina usted un arroyo en el que, además de verterse aguas negras y animales muertos, es utilizado por cientos de pobladores para lavar trastes y ropa? Pues sí, sucede en Veracruz, en una comunidad denominada Limonta, a media hora de la cabecera municipal de Minatitlán, al sur de Veracruz.
La localidad es de las primeras afectadas por la creciente de los ríos, donde el agua sobrepasa los niveles y se desborda, inundando las viviendas y dejando aún más en la miseria a las familias que habitan ese rincón del estado.
Sin embargo, es la falta de agua potable la que verdaderamente tiene a sus pobladores al punto del colapso.
Los vecinos denuncian que por años han solicitado la ayuda de los alcaldes, diputados y todos quienes se pasean por esa y otras comunidades solicitando el voto, pero cuando llegan al poder, no los vuelven a ver caminando entre el agua y el fango.
La comunidad rebasa los mil ciudadanos, y parece que la carretera los divide entre quienes tienen agua limpia de pozo y los que no; los afortunados sólo tienen que extraer el líquido y hervirlo para matar las impurezas y bacterias propias del subsuelo, los no agraciados acarrean todos los días hasta 15 tambos para abastecer a sus familias.
Pero aquellos cercanos al arroyo son los que más padecen, su carencia económica y la distancia no les permite acarrear en tambos el agua, por lo que tienden a utilizar la que corre del pequeño afluente, ese que trae pañales usados, animales muertos y basura. El color del agua es negro, producto de naturaleza muerta y descargas residuales; el olor, desagradable para cualquiera en la ciudad que se diga descuidado.
Allí, en esa agua nauseabunda, es donde las mujeres lavan trastes, enjuagan sus coladores y los utilizan en la cocina para saborear exquisitos olores de lo preparado en campo. La ropa se enjuaga con pachulín (planta nativa de aroma agradable) para tratar de que el olor a muerto no quede impregnado.
«Yo no tengo pozo, pues algunas familias tienen pozo y se esfuerzan para hacerlo, yo no tengo pozo, tengo que lavar en este río. Las autoridades no hacen nada, así lavamos las ropas, nos bañamos con esta agua, aseo personal. El presidente según dijo que andaban a las vueltas del agua potable, no sé qué iban a hacer, pero hasta la fecha no lo han hecho», explicó claramente Silvia Francisco Mateos.
Esa es la vida de decenas de familias que no tienen de otra: no hay dinero y la necesidad los hace utilizar el arroyo.
Las autoridades, quienes tienen obligación de hacerlo, no atienden este problema sanitario cuanto antes: “que dejen sus curules de presidentes municipales y diputados para que conozcan la verdadera necesidad de su gente, quienes los eligieron, les proporcionaron su voto, confianza y esperanza de que la situación cambie”.
Los habitantes de Limonta señalan directamente a José Luis Sáenz Soto, quien era alcalde del municipio de 2014 a 2017, pero la búsqueda de más poder lo llevó a contender por la diputación federal, misma que ahora ostenta.
Para lograr el cargo que ahora ocupa, caminó por Limonta y prometió solucionar el problema del agua potable. Hasta ahora, no saben de él.
Lo mismo prometieron Guadalupe Porras David y Leopoldo Torres, ambos ahora exalcaldes del municipio.
Ahora la gente cree que el diputado local Ciro Félix Porras caminará por esas comunidades prometiendo cambiar las cosas, pero los resultados podrían ser los mismos: que continúen utilizando el agua del arroyo y haciendo sus propios filtros para purificarla.
«Ojalá los diputados, presidentes y nuestras autoridades tengan un filtro como nosotros en sus casas, a base de un tambo, gravilla y esponja para purificar el agua, de ahí que la hiervan y la tomen para darles a sus familias. Ojalá ellos vean cómo lavamos nuestros trastes y ropa», señaló una pobladora del sitio, quien aseguró que siempre ha apoyado a los candidatos pero nunca le han cumplido.
La solución provisional que encontraron los pobladores fue la construcción de un tanque elevado con agua que era purificada a través de un filtro que retiraba el fierro, con lo que era posible ingerida; sin embargo, hace un año la Comisión de Agua del Estado de Veracruz (CAEV) lo extrajo para probar su uso en la colonia Soto Inéz y se les olvidó regresarlo.
Y aunque ya se les recordó, el problema del agua potable no se soluciona del todo.
El director de la CAEV en Minatitlán, Clemente Gómez Duvel, explicó que «la falta de agua no es competencia de nosotros, esos filtros tenemos la obligación de regresarlos y ponerlos en su lugar; dadas las circunstancias de que lo están requiriendo, lo devolveremos a la brevedad. Le agradeceremos a la gente la gentiliza que han tenido».
Al cuestionarle sobre cuánto fierro contiene el agua, aseguró que no tiene idea de lo que está consumiendo al población, pues no se han hecho estudios para definir la repercusión que tendrá a su salud en el futuro.