Lista pavimentación de Mar Mediterráneo en Costa Verde de Boca del Río
XALAPA, Ver., 15 de junio de 2014.- De cada 100 migrantes internacionales del estado de Veracruz, 95 tienen como destino los Estados Unidos. El dato a nivel nacional es de 89 de cada 100, de acuerdo al Censo 2010 del INEGI, por lo que la entidad se ubica por encima de la media nacional, ocupando el noveno lugar a nivel nacional.
Alfonso D. se hizo padre demasiado joven. Con 19 años y su esposa de 17 recuerda que no había muchas oportunidades para sobresalir. Con su hijo Alfonso de apenas ocho meses, fue informado que venía el segundo. Nueve meses después tenían a Emily recién nacida.
Él trabajaba como cargador y en ocasiones, ganaba 60 pesos al día que servían para comprar pañales, leche y frijoles. Como estaba en un cuarto que le ofreció su suegra no pagaba renta, ni luz.
Un año después, fue informado que sería padre otra vez, pero como su esposa era muy joven y había tenido dos embarazos seguidos, abortó. La situación se volvió difícil pues falleció su suegro y su familia no podía ayudarlo. El trabajo escaseaba y fue así que tomó la decisión de irse a Estados Unidos.
Contrataron a un “coyote” para que los hiciera pasar y ya en el país vecino trabajó en cafeterías, en jardinería, y en una compañía que construía edificios. Así permaneció siete años: “Ganaba casi 400 dólares por semana. A veces más. Durante siete años envié 300 dólares semanales para apoyar a mi familia y para construir en el terreno que compré”.
Alfonso pidió a su esposa que construyeran tres cuartos y un baño. Semanalmente envió dinero para que su esposa cumpliera su mandato. Nunca recibió una mala noticia, sólo un sí como respuesta cuando preguntaba cómo iban las cosas y si la casa estaba lista. Cuando regresó, se llevó la mala noticia que jamás se puso un ladrillo en el terreno que había comprado. Su esposa se relacionó con otro hombre durante su ausencia y sus hijos crecieron al garete.
Tras separarse de su esposa, recuperó a sus hijos y así, sin un peso, inició nuevamente su lucha por la vida. Como aprendió a hablar inglés y ya se vestía mejor, encontró un buen trabajo. Volvió a la escuela, comenzó a ganar más dinero y construye ahora su casa.
La relación con sus hijos inició de cero, pues casi ni se acordaban de él. Ahora, los ayuda con las tareas, juegan y van de paseo juntos: “Mis hijos son muy importantes y no tienen la culpa de nuestros errores. Ellos hicieron de mí un hombre responsable”.