Raúl López Gómez/Cosmovisión
Qué esperaban… ¡es gallego!
Circula profusamente en redes sociales una columna del periodista Miguel Ángel Cristiani, donde denuncia la salvajada cometida por el alcalde de Orizaba, Juan Manuel Diez Francos, al que se le hizo fácil mutilar un mural de José Clemente Orozco que el pintor realizó en una de las paredes del Palacio Municipal.
De acuerdo con Cristiani, el alcalde mandó abrir un hueco a manera de ventana para dar el Grito de Independencia el próximo 15 de septiembre. Una foto al calce de su columna da cuenta de que literalmente le partieron media madre a la obra del pintor jalisciense.
El mural no es como los que Orozco pintó en el Palacio de Bellas Artes, el Hospicio Cabañas o en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es una pintura de unos tres metros cuadrados que quizá sea una réplica y no un original del artista. Esto francamente lo desconozco, pero suponiendo sin conceder que así fuera, Juan Manuel no tenía por qué darle en la torre.
Eso se le podría perdonar -con las reservas del caso-, a un iletrado o a un inculto. Es más se le justifica hasta a un pendejo, pero no a un sujeto que estudió Administración de Empresas en la Universidad La Salle.
Cristiani dice en su columna que el atentado es una muestra de la ignorancia del alcalde «…al desconocer que la obra de José Clemente Orozco no solo es un patrimonio cultural histórico de todos los mexicanos, los veracruzanos y con más razón de los ciudadanos orizabeños, a quienes supuestamente debe de representar…» Más adelante agrega: «Se trata de una expresión más del autoritarismo con que actúan muchos de los presidentes municipales, que cuando llegan al ejercicio del ‘pinche poder’ se marean, pierden el piso y sienten que son amos y señores de su feudo, que pueden hacer lo que se les venga en gana, sin que nadie les pueda poner un alto».
Entiendo el enojo del periodista como lo entiendo de varios intelectuales que pusieron el grito en el cielo y con justa razón. Pero me sigue desconcertando la actitud arbitraria de un sujeto que se supone tiene al menos una poquita de educación.
Queriendo saber más sobre él me metí a Wikipedia y miren lo que me encontré: Juan Manuel Díez Francos, político, empresario y filántropo. Actualmente es presidente municipal de bla bla bla… nació tal día; es de origen gallego.
¡Ahí estaba la respuesta! ¡Gallego de origen!
Digo, qué se puede esperar de los gallegos cuando matan al perro si alguien les dice que su mujer los engaña con su mejor amigo. Si piensan mandar un cohete al sol pero de noche para que no se chamusque. Si van 19 al cine cuando la película es prohibida a menores de 18.
Son los personajes centrales de los cuentos donde se estigmatiza a los tontos, brutos, zopencos y a los pendejos.
Lo que hizo Juan Manuel no fue un acto de barbarie o prepotencia; tampoco lo hizo por ignorancia, mala fe o poca educación. Lo hizo porque es de origen gallego. Ese es el punto. No hay que olvidar que para los mexicanos cualquier sujeto nacido en Galicia o sus descendientes, son unos redomados… gallegos.