
Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
¿Quién fue el guapo?
Bernardo Gutiérrez Parra
No tiene ni siete días que el columnista Filiberto Vargas escribió a propósito de la ruptura de Pepe y Héctor Yunes con el gobierno estatal:“Alguien tendrá que sentarse con ellos para resolver las diferencias y convencerlos de que deben caminar al lado del gobernador en el último tercio de su gestión”. A lo que este servidor reviró en su columna: “Con Pepe no creo que haya problemas, pero ¿quién será el guapo que se quiera sentar con Héctor a proponerle que camine al lado del gobernador?”.
Y es que la semana anterior Héctor andaba lo que sigue de rabioso. Horas antes tanto él como José Yunes habían desairado al Presidente durante el acto conmemorativo de la Ley Agraria al abandonar el salón donde se llevó a cabo el evento. Pepe no le dio mayor importancia al asunto pero Héctor dijo que era una forma de manifestar su descontento porque en Veracruz todo estaba patas arriba: “No existe ninguna unidad en Veracruz, ni en torno al partido, ni en torno al gobernador. Ya era momento de que yo fijara una posición así de clara, porque no quiero que la historia me haga cómplice de un gobierno en donde cuando viene el Presidente se intenta mostrar la mejor cara cuando ésta no existe y solo es una máscara”, había dicho.
Y tras esas palabras vino la amenaza; participaría en la elección de dos años, pero no como candidato sino para “impedir” que quienes ven la mini como un botín se salgan con la suya.
Más claro ni el agua, hasta los atarantados que hay en la política veracruzana –que son más que los moscos del dengue- , entendieron que Héctor se aprestaba a apoyar a cualquier candidato que no fuera el del partido tricolor.
Y nomás de repente… ¡sopas!
Antier por la tarde Héctor Yunes Landa, llegó a la esquina de Pedro Moreno y Ruiz Cortines, subió hasta el tercer piso del edificio del PRI, pasó al despacho de Ferrari Saavedra y casi de inmediato posaron para los chicos de la lente en la sala de ex presidentes.
Sin esperar preguntas Héctor manifestó: “Soy orgullosamente priista y refrendo mi lealtad y militancia con el PRI. Soy gente del partido, aquí me formé y aquí seguiré y le vengo a ofrecer al presidente de nuestro partido que con quien tengamos que trabajar en los 21 distritos electorales para que ganemos las elecciones como partido, allí estaré”, dijo el senador.
¿Quién sería el guapo que logró el milagro?
Quizá hubo un cabildeo entre Héctor y personajes de muy arriba. Quizá hubo ofrecimientos, promesas y en una de esas hasta amenazas.
Pero ¿quién sería el autor de tamaña hazaña, impensable hace apenas unos días?
Tuvo que ser alguien con un bárbaro poder de convencimiento, sabedor de los tiempos y las circunstancias. Alguien con el suficiente poder de convencimiento para ablandar a un Héctor resentido y muy enojado.
Una cosa es segura, no fue nadie del equipo cercano al gobernador. Quizá fue un personaje muy cercano al Presidente o quizá, un familiar de Héctor muy cercano en afecto y en autoridad sobre el legislador federal.
Por una de esas dos vías tuvo que llegar el mensaje. No hay más.