Quirino Moreno Quiza/Repechaje
Políticos y revolucionarios, cortados por la misma tijera
Si Madero, Villa y Zapata hubieran sabido en lo que se convertiría la nación por la que dieron su vida, jamás habrían armado la Revolución. Aunque nos duela aceptarlo somos un pueblo que da vergüenza por corrupto y solapador. Somos la nota roja del mundo.
Gastamos un dineral en elecciones para entronizar en el poder a una bola de bandidos y parásitos que roban a la vista de todos y todavía se ríen amparados en la impunidad.
México es el único país de la Tierra donde una actriz de un canal telenovelero que casualmente es la esposa del Presidente, tiene para comprarse una casita de 82 millones de pesos mientras 40 millones de miserables se debaten entre el lodo y la mierda con tal de conseguir un mendrugo de pan.
México es el único país que presume de estar dando de comer a 6 millones de pobres, cuando el deber del gobierno es proporcionar a la ciudadanía los medios suficientes para que vistamos y traguemos todos.
Somos el único país donde los legisladores defienden abiertamente a sujetos relacionados con el narco y nadie les hace nada. Tenemos partidos políticos que entronizan a narcos en puestos de elección popular y aún así les seguimos pagando sus “prebendas partidistas”.
Somos el único país donde diputados, senadores, gobernadores, alcaldes y presidentes ocupan el último lugar en el rating de popularidad y confianza, pero a los que seguimos manteniendo, solapando y aplaudiendo mientras ellos nos engañan, nos desalientan, nos roban y nos asesinan.
Este 20 de noviembre el desfile por el 104 aniversario de la Revolución fue arrumbado en un cajón y en su lugar emergió una mega marcha exigiendo la aparición de 43 normalistas de Ayotzinapa que fueron mandados al matadero por un sujeto que era funcionario público.
Dejando de lado a los anarquistas desmadrosos y cobardes, la mega marcha en la que participaron no solo estudiantes sino personas de todas las edades y clases sociales, fue una manifestación de duelo, solidaridad y vergüenza, pero también de hartazgo. Porque ya estamos hasta la madre de líderes venales y corruptos, de legisladores trácalas y ladrones, de gobernadores mentirosos y arbitrarios, de presidentes frívolos y de partidos políticos vividores.
Ahora se acusa al PRD de haber solapado a un alcalde que es el principal sospechoso de la desaparición de los normalistas, pero basta con escarbarle tantito para darnos cuenta que todos los partidos políticos cojean de la misma pata.
Si Cuauhtémoc Cárdenas habla de correr a la cúpula del PRD y refundar a ese partido, cada día se multiplican las voces que exigen correr a todos los políticos y cambiarlos por gente nueva. Es decir, refundar a la clase política.
No es justo carajo, que un secretario de despacho, corrupto ladrón y huevón, sea premiado con la candidatura a una diputación federal para que se siga corrompiendo y continúe robando y huevoneando. ¡México debe cambiar!
Nadie lo desea, pero si los normalistas de Ayotzinapa fueron sacrificados, que su sangre sirva de savia para refundar a la nación. Y si viven, que sus vidas sean un ejemplo de coraje que nos mueva a ser de éste un país mejor.
Los desfiles del 20 de noviembre que conocimos no volverán a repetirse porque se irán diluyendo. En parte qué bueno. Con excepción de Madero, Villa, Zapata y uno que otro que escapa a la memoria, la mayoría de revolucionarios fueron una caterva de rufianes que hicieron su lucha bajo el lema “quítate tu pa’ ponerme yo” y nos heredaron a los políticos zánganos, corruptos y ladrones que hoy padecemos.
Luego entonces, no tenemos por qué rendirles pleitesía.