Raymundo Jiménez/Al pie de la letra
La semana anterior circularon profusamente en las redes sociales varios mensajes que alertaban sobre secuestros de niños en el sur de Veracruz. «Hasta el momento son cuatro los menores secuestrados, dos en Coatzacoalcos y dos en las Choapas» decía uno de los mensajes.
Pero las alarmas se dispararon en el norte de la entidad. Las redes sociales hablaban que en Poza Rica habían secuestrado a cinco niños, después la cantidad subió a diez y más adelante a veinte. Una barbaridad de secuestros aunque se cometieran en ciudades populosas como Hong Kong o Nueva York.
Lo anterior provocó pánico entre los pozarricenses que se organizaron y salieron a las calles a exigir más seguridad.
Lo que está documentado es que un menor de cuatro años fue raptado en el fraccionamiento Los Mangos II de aquella ciudad, pero sus padres no presentaron denuncia. Extraoficialmente se sabe que este niño ya fue recuperado después de que se pagó un rescate. Pero hay que reiterar, este dato no ha sido confirmado.
Otra desaparición que está documentada es la de una menor de nombre Esmeralda Valberto de 12 años de edad. La niña vive en la comunidad de Monte Gordo, municipio de Tecolutla y está extraviada desde el pasado 12 de febrero.
Esta desaparición hizo que vecinos y familiares bloquearan la carretera federal 180 para exigir que las autoridades den con su paradero.
El hecho de que estén desaparecidos dos menores y no veinte como se afirmó en las redes sociales, no quiere decir que no haya más. Y tampoco que se minimice el problema. Un niño que desaparezca, uno sólo, es motivo más que suficiente para que las autoridades se pongan las pilas, lo encuentren y apliquen castigo a los culpables.
No se vale que vivamos en la zozobra y que por sí o por no, encerremos a nuestros hijos y los privemos de jugar y correr en un parque, mientras los delincuentes andan sueltos.
Lo que tampoco se vale es que se reste importancia a los nuevos sistemas de localización como la Alerta Amber, que es eso: un sistema de notificación de menores desaparecidos implementado en varios países desde 1996.
Al secretario de Gobierno, Erick Lagos, la Alerta Amber le viene muy guanga y se ha negado a utilizarla en el caso de la niña Esmeralda Valberto.
Para quienes saben de secuestros y extravíos, los primeros minutos son vitales, por ello la Alerta Amber se emite lo antes posible y es transmitida en televisión, radio, sms, correos electrónicos, facebook, twitter, etc., a fin de que llegue al mayor número de personas.
Pero Erick prefiere hacer el trabajo a la antigüita.
Cuando le preguntaron por qué no recurría a este sistema señaló que no hay necesidad de hacerlo. También prefiere el discurso a la antigüita que consiste en seguir dando atolito con el dedo: “Hemos hablado con los familiares de la menor, estamos en coordinación tanto con la Procuraduría como con varios investigadores para dar con los responsables, ya hay líneas de averiguación que el propio procurador dará a conocer en su momento”.
Resultado: hasta la hora de escribir estas líneas nada se sabía de la niña.
¿Por qué se niega Erick a usar esta herramienta? La respuesta es sencilla: Veracruz no está dado de alta en el padrón de Alerta Amber.
Esto no deja de ser una desafortunada desventura por la cantidad de menores que desaparecen, se extravían o son secuestrados en la entidad.
Qué pena, chingá.