Ricardo Alemán/Itinerario político
¿Maneja ebrio? Tranquilo, no se preocupe…
Bernardo Gutiérrez Parra
Imagina que vas conduciendo hasta atrás por las calles de Xalapa, imagina que vas haciendo eses y te vas trepando a las banquetas con el auto; imagina que vas hasta babeando la camisa e imagina que ves por el retrovisor la torreta encendida de una patrulla. Digo, nomás por este simple hecho la peda se te cortará de volada, porque imaginarás que los guardianes del orden te van a bajar a punta de carambazos, te quitarán el dinero y te llevarán al cuartel de San José en lo que piensan de qué te acusan.
Pero si en lugar de eso te saludan con respeto y se ofrecen a llevarte a tu hogar y sin levantarte una infracción, entonces sí terminarás en el cuartel de San José acusado de burlas a la autoridad porque seguramente te pitorrearás de ellos, les dirás que aún falta mucho para el Día de los Inocentes y los mandarás a fregar a la más vieja de su casa.
Pero es verdad lector. Si a partir de hoy agarras una melopea de órdago y vas manejando, los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal se ofrecerán a llevarte a tu destino y sin que haya multa de por medio. Al menos así lo dio a conocer el titular de esa dependencia, Arturo Bermúdez Zurita que puso en marcha el programa “Regreso a casa” precisamente con ese fin. La medida se implementará principalmente en los días festivos del año, según dijo el funcionario.
Si mal no recuerdo, a fines de los años setenta del siglo anterior, cuando los bonos de la policía del DF estaban en su punto más bajo (bueno, de hecho nunca estuvieron en las alturas), a uno de los asesores de mi general Durazo se le ocurrió esa idea en la que incluso grabaron a un conductor, presuntamente ebrio, que iba haciendo eses por una calle. Los agentes le marcaron el alto, se le acercaron entre solícitos y comprensivos, lo saludaron cordialmente y se ofrecieron a llevarlo a su destino.
Durante el trayecto se grabó la escena en que los guardianes del orden le hacen ver los riesgos que corre al manejar borracho y el tipo termina llorando y diciendo al reportero, entre hipo e hipo, que esos santos señores le salvaron la vida.
Todo hubiera resultado de perlas si aquello no hubiera sido un montaje que quedó al descubierto al poco tiempo. Y contra lo que pudiera suponerse, no se armó ningún arguende entre otras cosas porque la prensa estaba bien maiceada y ningún editor se quiso aventar el tiro de dar a conocer la mentira.
Pero los tiempos cambian.
La medida implementada por la SSP es excelente y puede ayudar a salvar no sólo la vida del conductor ebrio sino la de personas inocentes. Pero los elementos policíacos deben hacer uso de la paciencia porque, y esto hay que decirlo, no cuentan con la mejor opinión de la ciudadanía que los tiene en los últimos lugares del top ten de popularidad y que en un principio se sacará de onda.
Si efectivamente quieren cambiar su imagen, deben recordar que Roma no se hizo en un día (aunque la incendiaron en una noche) y que les llevará tiempo ganarse la confianza de los xalapeños. Por los antecedentes que existen no será fácil.
Por lo pronto, este parece ser un buen comienzo.