Gabriel García-Márquez/Sentudo común
El bullying y los choros insulsos
Un político rollero de cuyo nombre no vale la pena ni acordarse, declaró su satisfacción porque el bullying «ha bajado de manera sorprendente en estos días». Digo, más estúpido no pudo ser el señor. Efectivamente el bullying está a la baja porque los chamacos están de vacaciones. Pero una vez que regresen a clases seguirá el problema del que todos hablan pero nadie hace nada efectivo.
Todo mundo da cifras, datos, muestra testimoniales, señala a los agresores y se para el cuello para la foto, pero a la hora de dar soluciones responden con frases comunes y dan por terminada la conferencia.
Esta vez le tocó a Trixia Valle «especialista y conferencista en bullying» soltar su rollo ante cámaras y micrófonos pero no dijo nada que no sepamos: «La primera consecuencia del bullying es la baja autoestima… lleva al suicidio que es la segunda causa de muerte entre menores y jóvenes… siete de cada diez niños son víctimas de acoso o agresión escolar… es una lamentable ‘moda’… produce tendencia a la depresión…» y por ahí se fue la señora.
Quizá lo único novedoso de su conferencia dictada la semana anterior en Boca del Río, es que según su particular punto de vista, los niños agresores no vienen de familias disfuncionales, sino que son producto de la sobreprotección de sus padres, principalmente de la madre.
Aquí difiero de la conferencista porque los niños sobreprotegidos que conozco son inseguros, miedosos y chillones, muy chillones, sobre todo cuando no está la mamá. Y cuando están frente a ella, es decir, cuando se sienten protegidos, son berrinchudos, voluntariosos, groseros e insoportables. Pocos son agresivos y menos si mami no está presente.
Lo cierto y real es que ya sea porque viven en hogares disfuncionales o los protegen sobremanera, los menores se han vuelto muy violentos al grado que han llegado a lesionar permanentemente o a matar a un compañero. Y nada tangible se ha hecho para solucionar el problema que ya se salió de cauce.
De nada sirve hablar si no se va a actuar, de nada sirve castigar porque ese no es el remedio, de nada sirve crear leyes si no se van a cumplir.
Trixia Valle «celebró» que Veracruz cuente con una ley para erradicar el bullying en las aulas y yo quiero preguntar ¿la conoces, lector? ¿la han leído los maestros de tus hijos?
El bullying no es un asunto de leyes y erradicarlo podría resultar más sencillo de lo que parece. La convivencia familiar es primordial y sustantiva, pero en este país de Dios sólo el tres por ciento de los padres convive con sus hijos y casi ningún maestro lo hace con sus alumnos cuando termina de impartir sus clases.
Hasta hace relativamente pocos años, el ochenta por ciento de los padres platicaban, jugaban y aconsejaban a sus hijos y el mismo porcentaje de maestros convivía con sus alumnos después del horario de clases.
Ese es el primer paso para erradicar en definitiva el bullying y es necesario retomar esa costumbre. De no hacerlo, ya podrán seguir parándose el cuello los «especialistas» con sus choros estúpidos e insulsos, que los chamacos se seguirán madreando y en casos extremos, matando.