Estreno mundial del documental Ofrenda: Arco Floral a San Rafael Guízar
Y ahora viene Holanda
Quizá la clave de la actuación de México en este mundial es el hambre con la que está jugando el equipo. Así lo manifestó Andrés Guardado tras el triunfo ante Croacia por 3 goles a 1. “Aún no hemos hecho nada, nos falta hacer más que en otros mundiales y quizá lo logremos porque tenemos hambre de triunfo” dijo el Principito.
Y efectivamente, el equipo mexicano le puso algo más que el extra a su duelo de ayer. Aunque el primer tiempo no vaticinaba nada bueno ya que hubo muchas aproximaciones y sólo una fue de peligro: el disparo de Héctor Herrera que pegó en el larguero. Y eso fue todo. Para colmo de males Layún anduvo perdido y Giovani se dio cuenta de que había estado en la cancha cuando fue sustituido por el Chicharito Javier Hernández.
Con este cambio comenzó la fiesta para México.
El Chicharito, que aún tiene que lidiar con las telarañas de la inactividad y con la sequía de goles, entró para electrificar a la defensa croata con su movilidad y su sentido de la oportunidad.
Al minuto 72 Héctor Herrera cobró un tiro de esquina que Rafa Márquez remató de cabeza para romper el cero. Cinco minutos después vino el 2-0 por conducto de Guardado y al minuto 82, el Chicharito Javier Hernández clavó de cabeza el tercero.
El gol de la honra para Croacia lo metió Ivan Perisic al minuto 87, y al minuto 92 Memo Ochoa nos volvió a regalar con una brillante atajada a un tiro del mismo Perisic casi a boca de jarro.
Sin duda el mejor jugador en la cancha fue Héctor Herrera, que dio movilidad al equipo y se convirtió en el capitán del barco de medio campo hacia arriba. Rafa Márquez está en su mejor momento, aunque debe evitar cometer la burrada que le costó una tarjeta amarilla. El Chícharo y Guardado jugaron por nota y lo mismo podemos decir de casi todo el equipo.
Ahora vienen los octavos de final, el cuarto partido que se jugará contra Holanda el próximo domingo. Ese camino ya lo conoce México porque de ahí lo han retachado invariablemente. Pero la diferencia estriba en que ahora no hay temor, ni zozobra, ni miedo, ni inseguridad; hay “hambre” como dijo Guardado. Y eso es una gran ventaja.
Los seleccionados mexicanos tardaron más de ochenta años pero al fin se dieron cuenta que los jugadores contrarios también son once, que no son súper hombres sino sujetos de carne y hueso a los que se les puede ganar.
Si algo tiene el Tri actual es que sus muchachos no conocen la palabra conformismo. Quizá no haya individualidades como las que tiene Argentina con Messi o Portugal con Cristiano Ronaldo, pero tienen juego de conjunto (algo que casi nunca tuvieron las selecciones anteriores que paró México) con algunas carencias pero con sobrades de tanates.
Si el domingo ganan a Holanda, habrán hecho historia, pero mientras sigan atorados en el cuarto partido, seguirán siendo un equipo del montón, por mucho que hayan empatado con Brasil en su casa, por mucho que hayan ganado a Croacia y por muchos blasones que obtengan antes del siguiente mundial en Rusia.
Insisto, creo que esta vez sí se va a poder.