Crecimiento y fiscalización: segunda entrega
Carlos Gardel nació en Veracruz
y Memo Ochoa en Argentina
Cuando la selección de Argentina ganó la Copa del Mundo en 1978 con una pequeña ayuda de Perú, los argentinos estaban realmente insoportables. Ni quien los aguantara, me cae. Por ese tiempo me tocó coincidir en un bar del Defe con varios reporteros de aquel país que no paraban de hablar de su fenomenal selección.
A nuestro grupo se unió un reportero veracruzano mitómano (aquel que tiende a desfigurar la realidad engrandeciéndola. De nada), mentiroso, boquiflojo, argüendero, metiche y gorrón, pero muy amigo. También se agregaron colegas de Uruguay, España y Estados Unidos. Y tras agotar el tema del fut los argentinos comenzaron a hablar de Carlos Gardel.
La reunión por poco y termina como el rosario de Amozoc cuando uno de los uruguayos aseguró que El Zorzal Criollo había nacido en su país y no en Argentina (lo que por cierto afirman casi todos los uruguayos). Esto calentó a los argentinos que le rebatieron alzando la voz retadoramente. Y cuando la calentura gardeliana estaba a punto de degenerar en madriza, mi amigo veracruzano dijo en tono sacramental: «Carlos Gardel nació en Veracruz». Y contó la historia.
Resulta que por razones no del todo claras, la madre de Carlos Gardel encinta de dos meses tuvo que huir de Argentina junto con su marido, un rico terrateniente. Tras una larga travesía llegaron a Veracruz y el futuro padre del cantante compró varias hectáreas de tierra cerca de Xalapa a las que bautizó con el nombre de Villa Gardel. Ahí nació Carlos. Con el tiempo la Villa creció hasta convertirse en una ciudad que se llamaría Ciudad Gardel, pero por un error de dedo se cambió la G por la C y desde entonces el lugar se llama Ciudad Cardel.
Como para darle más fuerza y veracidad a sus palabras mi amigo me volteó a ver y dijo: «Verdad tu» Y yo me hice buey. Pero por increíble que parezca (y sin duda debido a la guarapeta que nos cargábamos todos) varios de los presentes se creyeron la mentirota.
El pasado martes después del empate entre México y Brasil coincidí (sí, en otro bar del Defe) con unos colegas chilangos y jalicienses que festejaban ruidosamente el resultado y las hazañas del guardamenta Guillermo Ochoa. En la mesa había un par de argentinos que andaban a medios chiles. La chorcha que había sido amena y alegre comenzó a enturbiarse cuando uno de los jalicienses dijo que Memo había nacido en Guadalajara, cerca de Tlaquepaque. Esto calentó a los chilangos que le rebatieron agriamente. Los ánimos subieron de tono en un instante. Un defeño tomó por las solapas del saco a un jalisquillo al tiempo que le decía: «Memo es más chilango que el huitlacoche. Oíste buey».
Aquello amenazaba con degenerar en madriza colectiva cuando uno de los argentinos se hizo escuchar entre el griterío: «¡Memo Ochoa nació en Argentina, en el corazón de Buenos Aires!» Y contó la historia.
Cuando terminó su perorata y para darle más énfasis a sus palabras se volvió hacia su paisano y le dijo: «Mirá que lo que digo es cierto ¿verdad che?».
Chilangos y jalisquillos se miraron entre perplejos y sorprendidos pero se calmaron. Antes de que reaccionaran, el autor de la falacia y su cuate se despidieron cortésmente y yo me puse a pensar que cuando se duda de la verdadera historia, nada como inventarla.