Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
¡México, México, ra ra ra
Digo, ¿cómo hacerte buey cuando el Tri te llama, lector? ¿Cómo decirles no a los muchachos del Piojo que desde el estadio Das Dunas están pidiendo tu apoyo? Dios mío, qué desgraciado dilema -piensas-, mientras te anudas la corbata y ves que el reloj marca cuarto para las nueve y el partido comienza hasta las once y tu no tienes nadita de ganas de presentarte en la oficina donde todos estarán de un humor más agrio que de costumbre porque les prohibieron ver el México-Camerún. Pero Dios ayuda a los desesperados.
-Si llaman de la oficina les dices que ya me fui- le dices a tu mujer mientras te desanudas la corbata, botas los zapatos a donde caigan, te desabotonas la camisa, vas al refri por unas chelas y materia prima para hacerte una botana de carnes frías. Te arrellanas en tu sillón favorito y comienzas a disfrutar de los comentarios previos al encuentro.
-Te van a correr, Bernardo. Ya llevas varias faltas en este mes. Recuerda lo que te dijo la última vez tu jefe…» pero no dejas terminar a tu consorte y le reviras con esa seguridad de hombre de verdad.- Dime, ¿te falta algo?- Y la pobre mejor sigue barriendo el piso, levantando colillas tiradas la víspera, sacudiendo las alfombras, limpiando la mesa del comedor y lavando los trastes. A ver si así se le olvida que deben cuatro meses de renta, la colegiatura de los niños, el abono de la tele, tres números de la tanda y que el jamón que tenía para dárselo revuelto con huevos a tus hijos te lo estás botaneando junto con el queso de puerco que era para sus tortas del lunes.
Pero todo eso vale gorro porque son las once de la mañana y acaba de llegar la magia a tu hogar: «Aficionados que viven la intensidad del futbol…»
Y comienza el partido desde el estadio Das Dunas que sabrá Dios en qué punto de Brasil se encuentre, pero donde llueve a cántaros. Mas que llover diluvia pero el aguacero es parejo para todos -piensas-, pero casi al instante rectificas, no, no es parejo, es una ventaja para los camerunenses que están acostumbrados a jugar en lodazales. Pinches caribeños. Pero ahí fallas Bernardo, Camerún no está en el Caribe donde efectivamente llueve a lo desgraciado, sino en África, donde pasan meses sin que caiga una gota de agua. Pero no hay bronca mi Berna, nadie lo sabrá. Felizmente no estás con tus cuates en la cantina, de lo contrario se enterarían que la geografía no es tu fuerte (al igual que las matemáticas, la historia, la biología, la…)
A los 11 minutos Gio hace un gol soberbio que es anulado por un fuera de lugar que nunca existió. -¡Qué poca madre!- gritas mientras destapas la última chela de las seis que había en el refri. El partido continúa, México domina claramente a los Leones Indomables, pero el dominio no se ve reflejado en el marcador. Al minuto 30 Héctor Moreno manda un pase a profundidad a Gio que mete otro gol que también es anulado. -¡Qué poquísima, qué poquísima!- gritas fuera de sí -Por cuánto te vendiste- le gritas al árbitro que ni te pela como tampoco pela al Piojo que se jala los cabellos en señal de genuina impotencia.
Llega el medio tiempo y corres a la tienda de la esquina a refaccionarte.
-A ver Lupita, me da cuatro canastillas de Tecate, una bolsa grande de churrumais, otra de chetos, medio kilo de jamón en rebanadas y otro medio kilo sin rebanar, medio kilo de queso de puerco, una lata de chiles en vinagre, una barra de pan tostado y otra de pan blanco, un frasco de mayonesa, otro de mostaza, tres cocas de a dos litros, dos cajetillas de Delicados y me dice cuánto es.
Lupita te pone todo en seis bolsas por lo que tienes que hacer dos viajes. Cuando estás realizando el segundo le dices simplemente -Me lo apunta en la cuenta por favor-. Lupita protesta, manotea, gimotea y te mienta la madre pero ya no la escuchas. Mientras entregas el jamón, el queso de puerco, los panes y los refrescos a tu esposa le vuelves a preguntar en tono medio insolente -¿te ha faltado algo conmigo?-
Comienza el segundo tiempo que es una copia del primero: dominio del Tri, aproximaciones y tiros errados al marco rival hasta que en el minuto 61 se aparece el Hermoso Peralta y remata con la izquierda un rechace del portero camerunes. ¡Goooooooooooooool! ¡Golazo del Hermoso! ¡Golazo del cabrón!
El Tri se crece, no cede en el dominio territorial ni el control del balón, pero al minuto 81 Samuel Etó te altera el esfínter porque dispara cruzado al marco defendido por Memo Ochoa que se agiganta y hace un paradón de antología.
Al minuto 93 el Chicharito falla con el zaguán abierto, pero el árbitro no te da chance de mentarle su madre porque pita el final del encuentro.
-¡Ganamos vieja, ganamos!- Le gritas eufórico a tu mujer que te mira entre abatida y resignada con la escoba en las manos.
Ya picado te quedas a ver el siguiente partido donde Holanda zurra y humilla a España por 5 a 1. Y luego el de Chile contra Australia cuyo resultado te vale madres porque sigues embriagado con el triunfo del Tri y con las chelas que bebiste.
Mañana vendrá la cruda y el miedo a lo que te diga el jefe, pero mañana es sábado y luego será domingo. El lunes a ver con qué cuento le salgo -piensas- pero chance y haga puente porque el Tri juega el martes. Sí, mejor me presento el miércoles con un justificante médico. Si quiere creerme bien y si no que se vaya mucho a ching…
El sueño te vence y te despatarras sobre el sofá. Tu mujer y tus hijos supieron que dormías profundamente porque desde el fondo de la cocina te escucharon roncar.