Carlos Ramírez/Indicador político
El limón y los tiempos de cólera
En tiempos pretéritos, cuando un perro tenía moquillo le ponían un collar de limones y santo remedio. El limón sirve para un resto de cosas y ocupa un lugar preponderante entre los frutos curativos, preventivos de aporte vitamínico y como complemento en bebidas y comidas.
Mi abuela se ponía unas rodajas de limón en las sienes cuando tenía dolores de cabeza y se aplicaba el jugo en brazos, espalda, piernas y pies ya que padecía de lumbagia, ciática y dolores musculares. Alguna vez le detectaron piedras en un riñón y le recetaron tomar jugo de limón en ayunas. Las piedras se disolvieron y de paso se curó de la hipertensión arterial y se liberó de toxinas.
Mi abuelo que no era cartero pero caminaba mucho, se daba baños de pies con agua y jugo de limón. Cuando amanecía crudo (que era casi del diario) exprimía el jugo de dos limones en un vaso jaibolero, le echaba una cerveza bien fría y… pá adentro. El viejo quedaba como nuevo.
En cambio a una tía solterona que tenía el carácter muy agrio, el limón le hacía los mandados ya que no le curaba ninguno de sus achaques. Pero es la única excepción que he visto.
La vitamina C que contiene el limón refuerza las defensas del organismo y evita enfermedades que van desde una simple gripa, un catarro, una ronquera o una amigdalitis, hasta una pulmonías, bronquitis, congestiones nasales, pleuresías, asma y cualquier madre que tenga que ver con el aparato respiratorio.
En los ranchos, cuando un niño amanece con los ojos lagañosos lo limpian con te de manzanilla y jugo de limón. El pobre infeliz aúlla como condenado pero jamás vuelve a padecer el problema.
En esos mismos ranchos, donde se carece ya no de un hospital sino de un centro de salud, el limón ha resultado tan fregón que se utiliza en mordeduras de perros rabiosos y es un excelente contraveneno en mordeduras de víboras, arañas, alacranes, tepocatas, víboras prietas… perdón, me estoy saliendo del tema pero confirmo; es un excelente antídoto contra mordeduras de perros con rabia, mordeduras de víboras y piquetes de alacranes y arañas.
Una bebida no sería excelsa sin el toque del limón. Qué me dices lector de un jaibol, un Tom Collins, un ruso negro, una piedra, un gin and tonic, un destornillador, un tequilazo, una cubita o una sangría. Uta, la pura vida caballero.
No se entendería el sabor de una exquisita comida, una sopa de mariscos, una ensalada, los antojitos y hasta los pasteles sin el complemento del limón.
Lo malo es que los productores, coyotes y vendedores ya se dieron cuenta de sus beneficios porque en la actualidad el kilo de limón cuesta un huevo en tiempos de gripe aviar.
De seguir su precio a la alza puede ocasionar no un problema de seguridad nacional, pero sí uno de encabronamiento popular. El aviso lo dieron amas de casa en un mercado de Ecatepec, en el estado de México. Calientes y encolerizadas porque el limón amaneció a 73 pesos el kilo, se le fueron encima a un vendedor, le arrebataron la mercancía y de paso lo madrearon.
La carestía no tiene que ver con la escases; hay limón para abastecer el mercado nacional e internacional. El problema es de los introductores que lo tienen acaparado y embodegado. Contra ellos debe ir la Profeco y no contra los locatarios de los mercados.
¿Acaso no lo saben o les gusta hacerle al pendejo?