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MÉXICO, DF., 26 de noviembre de 2013.- Al menos 47 ciudades costeras han perdido la protección de dunas como consecuencia de la construcción de desarrollos urbanos junto al mar.
Un estudio de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) precisa que Cancún, Veracruz, Acapulco, Mazatlán y Ensenada son algunas de las ciudades con más pérdida de ese ecosistema que sirve de barrera para contener tormentas y huracanes.
Denominado Diagnóstico de las Dunas Costeras de México, el documento próximo a publicarse señala que la superficie total de dunas costeras en el país suma 808 mil 70 hectáreas, pero que su conservación y uso sostenible se encuentran amenazados por el manejo inadecuado y la sobreexplotación.
Señala que al menos un 48 por ciento de la superficie está fragmentada por caminos, en tanto que 46 por ciento de su vegetación ha sido sustituida por cultivos, pastizales o abatida totalmente por desarrollos turísticos.
Tan sólo en 2010, indica, vivían 4.1 millones de personas sobre las dunas fragmentadas, con usos agropecuario y urbano.
Cancún, por ejemplo, pasó de ser una isla de barrera a una totalmente urbanizada en la que habitan alrededor de 600 mil personas.
En Veracruz se identificaron 11 puntos habitacionales como susceptibles de inundación por la pérdida del ecosistema.
«Hay fraccionamientos en Veracruz que son del tamaño de ciudades en otros estados. Se puede observar que el fraccionamiento Ciudad Olmeca tiene 16 mil 74 habitantes, casi la misma cantidad que Mexicali, en Baja California.
«Estas poblaciones que han abatido sus dunas y construido sobre ellas, tienen severos problemas de inundación», alerta el informe.
Otras ciudades costeras, añade, tienen frente de mar pero han crecido sobre acantilados, como Huatulco, en Oaxaca, y Tijuana, en Baja California.
Un ejemplo de la alta vulnerabilidad ante desastres naturales, señala, fue el impacto del huracán Stan en 2005 que causó deslaves e inundaciones sumando la muerte de entre mil 600 y 2 mil personas.
Antes de Stan, impactaron los huracanes Gilberto y Wilma.
«Además de los daños en las construcciones, estos huracanes se llevaron consigo el tesoro más preciado de Cancún: sus playas y dunas costeras», añade.
La Conafor sugiere en el diagnóstico que para atender la vulnerabilidad costera se deben implementar dos líneas de trabajo: la primera con énfasis en la conservación de dunas existentes que aún no han sido alteradas y la segunda en la restauración y reforestación de las dunas como barreras de protección costera.