José Ureña/Teléfono rojo
Escalan amenazas a periodistas y no hay quien amarre a los perros
Xalapa, ya sin Hay Festival, se convierte en la capital de la entidad que se consagra como la más peligrosa contra los periodistas. Una entidad donde no sólo hay muertos (algunos por sus ligas con el crimen organizado, tanto así que llevaban a sus familias a las fiestas con los malosos o servían de enlace) sino que no cesan los acosos y las amenazas hacia los trabajadores de los medios de comunicación.
Son ya dos recientes amenazas veladas hacia dos comunicadores en Veracruz: a Verónica Huerta le mandaron un mensaje en celular: “PENDEJA DESPUÉS DEL MOISÉS SIGUES TÚ PERRA TE ESTAMOS CHECANDO”; y este fin de semana el periodista porteño de nota roja Daniel Orozco también recibió mensajes similares: “¡BÁJALE DE HUEVOS!”, “TE TENEMOS UBICADO”, “¡TE VAMOS A ROMPER LA MADRE!” Y “¡POR HOCICÓN TE VAMOS A PARTIR LA MADRE!”.
De hecho, éste último caso se agrava porque se detectó que al periodista pretendían secuestrarlo: un taxi y al menos tres personas estaban cazándolo por la zona de la Cruz Roja de Coatzacoalcos, pero logro advertir a los malhechores y éstos se dieron a la fuga.
No se entiende esta lógica, pero si la idea era ocultar las narcofosas en Coatzacoalcos porque es la tierra de la esposa del gobernador, entonces ya podemos imaginar el nivel raquítico de sentido común que tienen los funcionarios pese a los obvios cuerpos entre dunas.
Aquí escribimos que el caso del sur debe ser especialmente tomado en cuenta porque es ahí donde se están dando agresiones inusitadas contra los medios; algunos casos son incluso tolerados, como el caso de Las Choapas con el Diario Presencia, que es víctima constante de ataques del diputado Renato Tronco, seudo cacique del lugar.
A la par de esa situación, recientemente se dio la muerte de Moisés Sánchez Cerezo, quien ante la inoperancia de la Policía Estatal y cuerpos de seguridad para localizarlo con vida (más los operadores políticos que desdeñaron la labor de Moisés como taxista y dueño de una tienda de abarrotes), se convirtió en el nuevo mártir del Duartismo, junto a Regina Martínez Pérez y Gregorio Jiménez de la Cruz, quien acaba de cumplir un año de desaparecido.
Veracruz se está tornando preocupante por la gran cantidad de denuncias que existen recientemente por agresiones contra periodistas y que ya han alcanzado un nivel internacional con la carta de intelectuales, periodistas y escritores donde expusieron la realidad en Veracruz y obligó a los organizadores del Hay Festival a retirar la sede en Xalapa. No creo que haya sido lo mejor para la capital veracruzana, pues el “castigo” no afecta a Duarte ni su administración; pero los motivos que obligaron a tal clausura ya son conocidos en todo el mundo y eso lo minimizan en Palacio de Gobierno.
Y es que no se comprende hasta qué grado quieren llegar los funcionarios contra los periodistas… ¿Creen que matar a un reportero va a callar el contexto de violencia en Veracruz? ¿Qué ganan con amenazar, amedrentar y usar el entrenamiento policiaco/militar para intimidar a un informador?
No se entiende, ni se entenderá, hasta qué grado quieren llegar los agresores de periodistas; en su escasa inteligencia, no entienden que en nada ayuda la actitud gorilesca en un estado donde el periodismo está arraigado y cientos de comunicadores nuevos salen cada año de las universidades, conscientes ahora de que el entorno hostil los obliga a ser más combativos y a usar la tecnología para evadir la censura.
Es increíble que aunque el mismo gobernador Javier Duarte admitiera ante periodistas que su gobierno es el que ha tenido que lidiar con las redes sociales (como una suerte de pesadilla) las actitudes de sus subalternos sigan siendo las de gobiernos retrógradas del pasado: absolutistas, represores, intolerantes y como si vivieran todavía en el siglo XX.
Si bien hay organismos en Veracruz defensores de periodistas que no existen en otros estados de la república, esto no debe ser aliciente para que las agresiones sigan dándose. Es decir, no por el hecho de justificar que hay una Comisión o Fiscalía especial para los trabajadores de los medios de comunicación, esto sea pretexto para que se pueda seguir amenazando y agrediendo.
Veracruz incluso está perdiendo así mismo la oportunidad para hacer historia más allá de Comisiones o Fiscalías: en Irlanda, por ejemplo, el asesinato de la periodista Verónica Guerin en 1996, cambió para siempre la manera en que se procesa a la delincuencia organizada y por consiguiente la tasa de criminalidad se redujo un 15% en 1997 en Irlanda. El parlamento endureció las penas y se autorizó la confiscación de bienes a delincuentes. Un sólo asesinato causó cambios radicales en todo un país, pero aquí en la aldea, matan a un periodista y las cosas siguen como si nada, sin castigo ejemplar alguno.
Es por eso que ya se exige una voz con mando que diga abiertamente: “Ya basta de las agresiones contra los periodistas”, en lugar de hacer mofa de la realidad.
Una orden así, desde los más altos niveles (si es que hay lealtad al mando) debe ser simplemente obedecida, pero a los inmaduros funcionarios, neófitos políticos, de la actual administración no les cae el veinte de que conforme pasen los días, más cerca estarán de entregar sus respectivas oficinas. Es más, sienten que van para largo.
Lo que está pasando en Veracruz es inédito. Peor aún: está escalando por la impunidad y permanencia en el poder, pero no hay nadie que amarre a los perros.
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