
Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Xalapa, ciudad cultural de México (Parte 2)
En las postrimerías del siglo XIX, Xalapa, como muchas ciudades latinoamericanas, experimentó cambios gracias a las exportaciones de materias primas que salían por el puerto de Veracruz. Así, su población pequeño burguesa se ilusionó con la idea del progreso que imbuían las nuevas comunicaciones, los ferrocarriles, barcos más seguros, nuevos caminos etc., y por ello construyó una pequeña gran ciudad.
De pueblo agrícola y comercial, Xalapa pasó a un vertiginoso desarrollo industrial que promovió la prosperidad, y aunque conservó su aire provinciano, hasta la década de los veinte ocurrió una transformación de la sociedad. Apareció la obsesión –y la ilusión- de crear un estilo de vida cosmopolita, o para decirlo más estrictamente, europeo.
Durante el porfiriato, Xalapa se transformó política, social, económica y culturalmente. Siendo gobernador Don Juan de la Luz Enríquez, se edificaron la Escuela Normal, los parques Juárez e Hidalgo y los Talleres Gráficos del Estado, símbolos arquitectónicos de la política y educación.Con el lúcido apoyo de don Teodoro A. Dehesa, Xalapa se arraigó como polo rector de las artes. En este periodo que se construyeron el Colegio Preparatorio, el parque Morelos y la Escuela Superior para Señoritas.
Con el largo y sólido gobierno de don Teodoro A. Dehesa, de 1892 a 1911, Xalapa conquista el sobrenombre y la fama de la “Atenas Veracruzana”, epíteto que cifra la proyección cultural y educativa del momento que podemos asumir como su bella época, caracterizada por casi 19 años de esplendor en la cultura, las artes, la educación y la economía.
El auge de la vida cultural y social de la “Atenas Veracruzana” se debió en mucho al mecenazgo otorgado por su gobernador ilustrado a todo creador o intelectual que lo mereciera: becas de estudio en Europa a Diego Rivera, Ernesto García Cabral, Manuel Centurión y al escultor xalapeño Enrique Guerra.
Dehesa apoyó económicamente al gran historiador Francisco del Paso y Troncoso para que realizara sus primeras exploraciones en Zempoala y El Tajín. Se proyectaron los teatros Limón y Cauz; se aclimató la costumbre de las tertulias en el Centro Recreativo Xalapeño y los casinos Español y Xalapeño. Sumemos la fundación de escuelas, la apertura del primer cine, –en lo que hoy es la pinacoteca Diego Rivera–, y los auspicios a la academia xalapeña de pintura, contratando a los pintores catalanes Joan Bernadet y José Cusachs, cuyas obras nos asombran todavía en el paraninfo del Colegio Preparatorio de Xalapa.
Dehesa patrocinó asimismo la nueva fachada neogótica de la catedral xalapeña propuesta por el obispo don Joaquín Arcadio Pagaza (por cierto, considerado el mejor poeta traductor del latín al español del siglo XIX); y construyó los bellos edificios del Colegio Preparatorio de Xalapa y de la Escuela Industrial para Señoritas.
Después de la primera guerra mundial, el estilo de vida de la nueva burguesía xalapeña cambió. Con la hegemonía de la Escuela Normal para maestros, aparecieron las ideas democratizadoras y una concepción más libre de la vida.
La bohemia de los cafés, los ateneos, las redacciones y las tertulias desdeñaban los valores consagrados por las elites criollas. Se impuso la modernidad aunque en Xalapa se continuaba cultivando el modernismo de la primera época. No olvidemos sin embargo que en Xalapa, en la hoy Editora de Gobierno del Estado de Veracruz se imprimió en 1901 uno de los libros fundamentales de la literatura castellana: Lascas de Salvador Díaz Mirón.