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PAPANTLA, Ver., 20 de marzo de 2016.- Durante el primer día del Festival Cumbre Tajín, la cultura totonaca mostró su esplendor en las Casas-Escuela del Centro de las Artes Indígenas (CAI), a través de tres áreas fundamentales: la cocina, el arte y la Ceremonia Ritual de Voladores.
Se tuvo la presentación del libro “Mujeres de Humo. Recetario espiritual del Totonacapan”, la exposición “Colibrí migrante” de Jun Tiburcio, y la participación de los voladores totonacas Tének de San Luis Potosí y Nahuas de Puebla.
La presentación de la obra editorial en torno a la cocina tradicional totonaca contó con la participación del grupo Mujeres de Humo, coordinadas por Martha Gómez Atzin, la fotógrafa Alejandra Cerdeño Lace y los diseñadores Gina Gallo y Aram Huerta.
El libro expone en una crónica testimonial colectiva el calendario gastronómico del Totonapacan a partir de los rituales, las fiestas patronales, los sucesos familiares y, sobre todo, lo que la naturaleza otorga en cada estación. En cada capítulo, diez recetas reflejan lo expuesto en la narrativa.
Sobre las fotografías de la obra, que muestra los ingredientes, los procesos, los platillos y las cocinas de las Mujeres de Humo, Martha Gómez Atzin aseguró en el Nicho de la Universidad Veracruzana (UV): “No montamos un teatro, ésta es nuestra vida, así vivimos y así cocinamos”.
En los pasillos del mismo Nicho, los visitantes admiraron las pinturas y las esculturas que el artista Jun Tiburcio reunió bajo el título Colibrí migrante, para mostrar el simbolismo de esta ave sagrada. Al pie de cada obra, pequeñas cédulas explican, entre otros significados:
“Desde su nacimiento, el colibrí es un migrante que busca un lugar para vivir, comer y retornar felizmente. Cuando pasa el invierno, inicia el vuelo en busca de lugares cálidos. El colibrí no pertenece a nadie, es aún más libre que el viento”.
“El colibrí no puede vivir prisionero, muere por su libertad. Estamos obligados a cuidar la libertad y la preservación de las especies. Todos tenemos y debemos ser libres y emprender largos e inagotables viajes”, y “Toda América es el hogar del colibrí. Si cuidamos su hábitat, el colibrí permanecerá por siempre como un símbolo que da vida en América; pero si lo descuidamos, será un indicador de la extinción del planeta Tierra”.
Finalmente, la Ceremonia Ritual de Voladores mostró que el Totonacapan es el corazón de esta danza aérea —no por nada en este sitio se elaboró el expediente que incluyó al ritual en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (Unesco, 2009)— y que a su convocatoria responden los Voladores de México.
Así, a lo largo del día se presentaron los adultos del Totonacapan, San Luis Potosí y Puebla, que este año incluyen a mujeres voladoras y vuelos mixtos, y a los alumnos de las Escuelas Comunitarias de Niños Voladores del CAI.
Con esta participación —que se suma a las danzas, los talleres, las actividades lúdicas, las sanaciones y los conciertos— la cultura Totonaca mostró que su florecimiento es una realidad y que es referente para todas las civilizaciones indígenas interesadas en revitalizar su patrimonio.