Raúl López Gómez/Cosmovisión
Votar para castigar
No hay mejor forma de castigar o premiar a un gobierno, que quitándole o brindándole el voto al partido político que lo respalda en tiempos electorales. En concepto, el modo de aceptación o repudio más evidente de un ciudadano con sus gobernantes, tendría reflejarse en la continuidad o no del partido en el poder en una elección.
Sin embargo, tal parece que en la mayoría de los procesos electorales que se desarrollan actualmente en México, está ocurriendo al revés, o al menos, eso muestran las encuestas de intención del voto. Caso raro, pues si una ciudadanía se queja de un gobierno, el momento perfecto para «cobrar facturas» sería en una elección.
Veamos dos casos muy representativos donde se disputa una gubernatura. En Sonora, por ejemplo, la gente está molesta con el actual gobernador panista, Guillermo Padrés, pues a través de medios de comunicación, y ahora, en pleno proceso electoral, se han evidenciado sus descarados abusos de poder, desde la construcción de una presa para surtir de agua a su rancho (con recursos públicos), hasta la presunta autocondonación de impuestos. ¿Y qué cree? En este momento, las encuestas marcan que el candidato panista aventaja a la priísta por mínimo 7 puntos. ¿Qué ocurre? Pareciera que a los votantes nos gusta vivir de damnificados, ¿o no?
Vayamos ahora al caso de Guerrero, donde el gobierno perredista de Ángel Aguirre fue exhibido nacional e internacionalmente; donde el caso Ayotzinapa marcó un «antes y un después» en la historia de nuestro país, dibujando, por desgracia, una triste imagen de nuestro México en el mundo. ¿Y qué cree? Las encuestan de intención del voto señalan que al momento, el PRD podría ganar nuevamente la gubernatura. ¿Dónde quedaría el reclamo ciudadano si se concretara esa tendencia? ¿valdría la pena quejarse después si no se castigó con el voto?
Ahora vayamos a Michoacán, donde de igual forma, a través de medios de comunicación, se evidenció con videos y audios, el contubernio y sometimiento del gobierno priísta ante la delincuencia organizada; donde los que mandaban eran La Tuta y compañía; donde la ingobernabilidad fue el pan nuestro de cada día. ¿Y qué cree? Sí, atinó, las encuestas al momento pondrían de nuevo al partido tricolor en la gubernatura. ¿Por qué no inconformarse con quienes llevan las riendas a través del voto?, ¿hay más oportunidades?
La mejor arma de conformidad o desacuerdo, en tiempo electorales, es sin duda el voto. Tendría que ser el arma perfecta para demostrar que estamos o no de acuerdo con nuestros gobernantes. ¿De qué vale quejarse después si cuando llegan los tiempos de las urnas el ciudadano no lo hace? Insisto, pareciera que al votante le gusta vivir de damnificado, o al menos eso muestran las encuestas… a nadie nos gusta que nos digan: te lo dije.