¿Quién que haya vivido y conozca Veracruz no ubica la sonada frase «Yo no soy bombero», dicha por un reconocido ex gobernador? Sencillo, fácil de adivinar, así es, Don Miguel Alemán Velazco. En aquellos años, el tradicional mercado «Hidalgo» del puerto jarocho se había incendiado gravemente, y por coincidencia, dicho siniestro ocurrió mientras el entonces mandatario se encontraba de vacaciones, fue un 31 de diciembre del 2001. A su regreso, los medios de comunicación se le «fueron encima», le «reclamaron» no haber suspendido su asueto para atender el problema personalmente, fue ahí cuando con seguridad, Don Miguel soltó aquella máxima; ¿y le digo algo? Tenía razón.
En esencia, más allá de detenernos en lo popular o no de la sentencia de Alemán Velazco, debemos comprender que si cada quien se dedica a efectuar lo que su gafete dice, lo que le encomendó o confió su jefe, las cosas deberían salir, en la mayoría de las veces, bien. La polémica frase también comunicó confianza en sus colaboradores, para eso puso a los que saben en cada tema. El Presidente, Gobernador, alcalde o líder en general, no debe ser experto en todo, debe saber conducir a sus expertos.
El principio de liderazgo debería funcionar por inercia. El Presidente Enrique Peña Nieto designó a su equipo de colaboradores. Todos deben responderle en sus respectivas áreas. Algunos de ellos se tienen que coordinar por la naturaleza de sus tareas o Secretarías. Cuando «el número uno» considera que alguno de sus expertos debe ser removido, por salud, cansancio, finalización de ciclo o falta de ideas, hará lo propio y pondrá a otro que responda a su confianza, porque precisamente el «uno» no es bombero, es «uno».
Aquí, en Veracruz, el Gobernador Javier Duarte ha designado a sus colaboradores como todos los mandatarios lo hacen, basado en su criterio y en la confianza de creer que los designados responderán. ¿Qué pasa cuando uno de los expertos o «depositarios» de esa confianza falla? Sí, hacen quedar mal a quien los colocó ahí. ¿Qué pasa cuando un recomendado de Usted queda mal? Le reclaman, se siente apenado, y claro, con temor a recomendar de nuevo. Al Presidente Peña le reclaman los mexicanos; al Gobernador Duarte, los veracruzanos; es lo mismo, sólo que a otra escala.
¿A dónde nos lleva entonces la frase de «no soy bombero» de Don Miguel Alemán y por qué la retomé? Porque todo desemboca en términos de una buena o mala imagen. Cada vez son más frecuentes los casos de líderes que pierden credibilidad, desde aquellos que llegan ovacionados al poder y salen por la «puerta de atrás», hasta los que en ningún momento levantaron simpatías; también ha pasado al revés, los que arriban repudiados y terminan en «las nubes».
Muchos podrán decirme también que «la culpa no es del indio, sino de quien lo hace compadre», y de igual manera es verdad. A final de cuentas, se vuelve un asunto donde si los Secretarios le responden a su Jefe tal como él lo imagino, todos quedarán bien calificados por la opinión pública en términos de imagen y credibilidad.
Entonces, cada quien a lo suyo, el que sabe de finanzas, a los «dineros»; el que sabe auditar, a ejercer de Contralor; el que sabe combatir la pobreza, a enfrentarla con inteligencia; el que sabe ahuyentar delincuentes, a generar seguridad; el que sabe procurar justicia, a usar las leyes; el que sabe hacer estrategia educativa, a darle a los programas, y el que sabe mandar y dirigir, a hacerlo con prestancia; es un círculo virtuoso o vicioso, cuestión de enfoques y efectividades. Ahí les dejo ese «trompo en la uña».