Carlos Ramírez/Indicador político
* DELINCUENCIA BIEN ORGANIZADA
A las 6:35 horas de este miércoles 10 se registró un impactante accidente vial sobre la calle Magnolia, en la colonia Francisco I. Madero, no muy lejos del centro histórico de Xalapa.
Un autobús del servicio de transporte urbano, luego de chocar contra un poste de luz y una caseta telefónica, se subió a la banqueta y arrolló a un estudiante de 15 años de edad que falleció casi tres horas después en el Centro de Especialidades Médicas “Doctor Rafael Lucio”, de esta ciudad capital.
El adolescente fue identificado como Rafael Leonardo Castellanos García, el cual era acompañado por su madre en la parada del camión. El cafre, cuya identidad aún se desconoce, al ver al jovencito gravemente herido se dio a la fuga.
Este trágico incidente puso al descubierto una serie de situaciones graves: la negligencia o complicidad de las autoridades de la Dirección de Tránsito y Transporte del estado que permiten circular impunemente viejas unidades que ni siquiera placas portan y que son conducidas por algunos operadores irresponsables que por su forma temeraria, prepotente y arbitraria de manejar pareciera que no aprobaron los supuestos cursos de capacitación que por ley deben acreditar para tener acceso a una licencia de conducir tipo “A”, que es la que autoriza a su titular a conducir vehículos de motor dedicados al servicio de transporte público de pasajeros.
Pero hasta el día de ayer se ignoraba si la Procuraduría General de Justicia del estado ya había detenido al irresponsable chofer prófugo, lo cual no debería ser nada complicado dar con su paradero si, por ejemplo, las autoridades estatales de Tránsito y Transporte contaran con una base de datos acerca de todas las unidades de este servicio público concesionado así como de las plantillas de conductores al servicio de cada uno de los permisionarios.
Pero resulta que hasta hubo confusión al identificar a la empresa transportista concesionaria porque el autobús implicado en este mortal accidente no portaba ninguna placa oficial sino sólo el número económico 1136.
Tan es así que los concesionarios de “Autotransportes Azules del Centro” tuvieron que salir a desmentir de inmediato las primeras versiones periodísticas del hecho que equivocadamente vinculaban al autobús implicado en dicho accidente con su empresa.
A través de notas aclaratorias precisaron que “el autobús marcado con el número económico 1136 pertenece a la línea de autotransportes Huizachal Estrella Azul y no a nuestra línea que es Autotransportes Azules del Centro”.
Esa fatídica mañana del pasado miércoles 10, un vecino de la calle de Magnolia, que por razones obvias pidió omitir su identidad, relató en una carta enviada al portal de noticias “Alcaporpolítico.com”, que al percatarse del accidente salió a la puerta de su casa “con el teléfono en mano para dar los datos que me solicitaban en la Cruz Roja”, pero que detectó que el camión no tenía placas. “¿De qué se trata?, ya que en todas las calles por donde manejan lo hacen con exceso de velocidad, pasándose los semáforos en rojo y contaminando auditivamente con sus ‘pitidos’ desesperados por ganarle a su compañero”, expuso.
Y lanzó algunas interrogantes a las autoridades de Tránsito y Transporte que dependen de la Secretaría de Seguridad Pública del estado: “Uno como ciudadano, ¿qué culpa tiene?, ¿cuánto tiempo más y personas inocentes deben ser víctimas para que ustedes hagan algo? El chofer como casi siempre, huyó, pero ahora no hubo helicópteros que lo buscaran hasta dar con él”, dijo en alusión al aparatoso operativo de la semana anterior en el que decenas de policías persiguieron, acorralaron y mataron en el panteón Palo Verde a un ladronzuelo que minutos antes había disparado y herido de muerte a otro uniformado que había intentado frustrar el asalto a una boutique contigua a la Quinta Las Rosas, en la avenida 20 de Noviembre.
El ciberlector propuso que “aparte de la capacitación y regulación del servicio público, deben capacitar también a Tránsito Vial, (pues) resulta que cuando uno les dice a los agentes el actuar de los choferes, su respuesta es: ‘esto se soluciona llenando la calle de topes’. ¡Por Dios!, esa no es la solución”.
Y luego corroboró lo que ya todo mundo sabe que ocurre en Xalapa y en otras de las ciudades más pobladas del estado: “Los mismos agentes hicieron el comentario que no son concesionarios, sino (que) circulan con permisos. ¿Por qué? La ciudad está saturada de servicio público en las mismas condiciones”.
Y para que no quedara duda de su aseveración, envió “una fotografía del camión que provocó el accidente y de un compañero que se orilló para ‘auxiliar’, el cual también manejaba un urbano sin placas, (en las) mismas condiciones”.
Por la presunta colusión de las consentidoras autoridades de la Dirección de Tránsito y Transporte así como por la aparente negligencia de sus superiores que despachan en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del estado, bien podría tipificarse esta situación a todas luces irregular como otra faceta más de la “delincuencia organizada”.
¿A ello se debe acaso parte del súbito enriquecimiento inexplicable de algunos altos jefes de la SSP y sus achichincles que ni siquiera son nativos de Veracruz y que vienen medrando del erario estatal desde el sexenio del ex gobernador Miguel Alemán Velasco (1998-2004), cuando arribaron a Xalapa sin ningún bien patrimonial?