Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
* SINVERGÜENZA
Después de haber entregado el poder el 1 de diciembre de 2010, al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán se le volvió a ver hasta principios de febrero de 2013 en la Casa Veracruz en una comida convocada por su sucesor Javier Duarte de Ochoa, a la cual acudieron también los diputados locales del PRI.
Duarte de Ochoa y la dirigencia de su partido se preparaban para la batalla electoral de ese año en la que estaban por enfrentar al ex candidato del PAN a gobernador y su más acérrimo enemigo, Miguel Ángel Yunes Linares, quien buscaba llegar al Congreso local.
Por eso es que en esa ocasión, de Palacio de Gobierno se mandó a filtrar deliberadamente en los medios de comunicación una fotografía del encuentro, después del cual echaron a correr la versión de que Herrera Beltrán, a quien por ese entonces se le mencionaba como posible Embajador de México en un país de Sudamérica –aunque después lo ubicarían en Grecia–, habría sido convencido por Duarte de Ochoa para que antes de que recibiera la misión diplomática aceptara realizar campaña en la entidad como candidato del partido tricolor a una diputación local.
Pero finalmente el ex gobernador no fue postulado al cargo de legislador ni la Cancillería del presidente Enrique Peña Nieto ha requerido hasta ahora sus servicios.
Sin embargo, Herrera Beltrán ha reaparecido nuevamente en Veracruz. La semana antepasada volvió a reunirse en la Casa Veracruz con Duarte de Ochoa y con otros tres miembros del gabinete estatal muy allegados al ex gobernador, los cuales estarían por ser postulados a la diputación federal en el proceso electoral del año entrante.
Posteriormente, este sábado 5, el ex mandatario se apareció en el puerto de Veracruz en la ceremonia del registro civil y bautizo de la hija de la ex alcaldesa priista Carolina Gudiño Corro, y por la noche apadrinó en la ciudad de Coatepec a una generación de egresados de la carrera de Relaciones Industriales, de la Universidad Veracruzana.
Después de su reunión en la Casa Veracruz con Duarte de Ochoa y el grupo compacto de fidelistas trascendió que el ex gobernador habría venido a tirar línea para la selección de candidatos a la diputación federal de 2015, lo que, por ejemplo, habría frenado de sopetón el activismo que traía desde hace algunos meses el tesorero Tarek Abdalá Saad, quien desde principios de este año realizaba precampaña en los municipios del distrito de Cosamaloapan, por donde el ex mandatario estatal pretendería que se nomine a su hijo Javier Herrera Borunda, actual jefe de asesores del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello.
Y es que Abdalá Saad, quien ya se había ganado el apoyo de la mayoría de los alcaldes cuenqueños, inexplicablemente no se presentó a degustar el Arroz a la Tumbada más Grande del Mundo, cuya edición número XX se realizó el pasado domingo 29 de junio en el Malecón del puerto de Alvarado, donde más de 13 mil asistentes disfrutaron este típico platillo alvaradeño entre la música del tradicional fandango.
Este exacerbado protagonismo de Herrera Beltrán no ayuda al gobernador Javier Duarte, en cuyo mensaje con motivo de su tercer Informe de Gobierno, en noviembre de 2013, definió que el suyo “es un gobierno que ve hacia delante, ¡un gobierno que no está cercado por el pasado!”, que es “un gobierno que rechaza el populismo y la demagogia”, que es “un gobierno que actúa; que sabe que ni la improvisación construye, ni la inmovilidad beneficia”, un “gobierno que cumple con sus metas, pero que sabe atender lo imprevisto”, un “gobierno capaz de sumar y de no caer en enfrentamientos”, y que “actúa en beneficio de todos, más allá de los intereses de unos pocos”.
Hace apenas ocho meses, Duarte aclaraba que “mi único compromiso es con los veracruzanos, con ellos, todo hacia adelante”, porque “estoy consciente que el auténtico liderazgo se construye con la gente”.
Por eso es que realmente no se entiende cómo, después del cochinero que le dejó al término de su gestión en noviembre de 2010 –una abultada deuda pública que tienen al borde del colapso a las finanzas del estado, y una entidad con graves problemas de inseguridad por la tolerancia a grupos del crimen organizado que en el sexenio fidelista se asentaron y operaron impunemente aquí–, el gobernador Duarte sigue permitiendo el activismo político de su antecesor en lugar de que lo llamara a cuentas.
Ayer, en una reunión con empresarios en el puerto de Veracruz, Duarte de Ochoa confesó que “me tocó gobernar en una de la situaciones más complejas y difíciles, me ha tocado bailar con la más fea”.
“Como dicen aquí en mi tierra, ‘permítanme sincerarme unos minutos’: no estábamos preparados para este complejo escenario que se tenía, con grandes desastres naturales por huracanes, el flagelo de la inseguridad como en el resto del país”.
Pero Duarte también comentó que había trabas burocráticas que “privilegiaban más la corrupción que la apertura de negocios, las facilidades a los empresarios para la incentivación del empleo”.
Resulta increíble que hasta el momento no haya responsables del quebranto financiero que no sólo ha causado por “motivos de salud” la sorpresiva renuncia del último titular de la Sefiplan, Fernando Charleston Hernández, sino que también ha retrasado el pago puntual de las pensiones y que ahora amenaza hasta los salarios de los empleados de confianza, aparte de lo que se adeuda a centenares de constructores y proveedores del gobierno estatal.