Coahuila y la paz/Rubén Moreira Valdez
EL FACTOR DUARTE
José Yunes Zorrilla, aspirante puntero a la candidatura del PRI al gobierno del estado, acaba de decir que “cuantas veces me convoque el titular del Ejecutivo a tratar asuntos relacionados con los veracruzanos, ahí estaré, conozco mi responsabilidad”, según versión publicada este miércoles 7 por el colega Manuel Rosete Chávez, uno de los periodistas más cercanos al primer círculo de asesores políticos que rodea al legislador nativo de Perote.
Por su declaración, Yunes Zorrilla pareciera estar dispuesto a entreabrirle la puerta al gobernador Javier Duarte, con el cual ha evitado coincidir en actos públicos desde enero de este año y con quien todavía se niega a reunirse en privado.
“¡No es odio, ni coraje!.. Es sólo la necesidad de legitimarse ante el pueblo veracruzano”, le declaró Pepe Yunes el 5 de junio al columnista Edgar Hernández, ante el cual justificó su resistencia a reunirse o negociar con Duarte: “Ningún gobierno que aspire a servir a su pueblo se puede sentar sobre una base de corrupción porque entonces ¿cuál sería la credibilidad de mi gobierno ante los veracruzanos?”.
Y es que la gélida relación del senador peroteño con el mandatario veracruzano –cuyo enfriamiento inició desde diciembre pasado a raíz del anuncio oficial de la iniciativa de reforma para elegir en 2016, por única ocasión, a un gobernador para una administración de sólo dos años con el pretexto de homologar sexenalmente la elección del Jefe del Ejecutivo del estado con la de Presidente de la República a partir de 2018– se congeló todavía más cuando en mayo, previo a los comicios de diputados federales, en una reunión de gabinete en Casa Veracruz, Duarte de Ochoa expresó su abierto rechazo a las aspiraciones sucesorias de Yunes Zorrilla, advirtiéndoles expresamente a los 22 colaboradores ahí presentes que “¡cuidado que alguien se manifieste en su favor!”.
Enterado del exabrupto del gobernante, Pepe Yunes le dijo a principios de junio al autor de la columna “Línea Caliente” que finalmente ello le favorecía: “El veto de Javier Duarte en lugar de ser una debilidad es una fortaleza al alejarme de la contaminación que provoca el magro prestigio que arrastra la actual administración en lo económico, político y social”.
Sin embargo, dos semanas después, el jueves 18 de junio, en una comida en el rancho San Julián, en Perote, Yunes Zorrilla dijo a un reducido grupo de comunicadores invitados : “Yo acepto todo, acepto que no soy el candidato oficial, acepto que no haya equidad en la contienda, acepto que haya la ‘cargada’, pero lo que no estoy dispuesto a aceptar es un veto hacia mi persona, que aún ganándoles en la mesa o en el juego que ellos digan, finalmente decidan vetarme”. Y agregó: “Soy una persona que se ha formado en el partido, que he hecho mi carrera política dentro del PRI y así pretendo continuar, pero de igual forma por dignidad y honor, no soportaría que una sola decisión pasara por encima de mí”.
Pero Pepe Yunes, como político formado en la férrea disciplina e institucionalidad priista, en el fondo sabe y entiende que bien puede marcar una sana distancia con Duarte de Ochoa y su administración pero que tampoco debe llegar al extremo de romper con quien, quiérase que no, tiene el control político no sólo de las estructuras locales del PRI sino también de algunas corrientes de la oposición: PAN, PRD, y de otros partidos aliados como el PVEM, el Panal, Encuentro Social (PES) y del Partido Cardenista y Alternativa Veracruzana (AVE), fuerzas políticas estatales que actualmente gobiernan más de 20 municipios del estado, lo que en conjunto a los duartistas les permitió ganar 16 de los 21 distritos en el proceso electoral federal del 7 de junio pasado.
Con la recuperación de la Presidencia de la República en 2012, a los priistas no les queda la menor duda que ahora corresponderá a Enrique Peña Nieto, como jefe nato del priismo, palomear las candidaturas de su partido a los gobiernos estatales. Sin embargo, es un hecho que el Presidente, junto con el CEN del PRI, también recogerá la opinión de los mandatarios locales en aquellas entidades gobernadas por el tricolor, los cuales podrían ser el fiel de la balanza, sobre todo en casos como el de Veracruz donde el otro senador y aspirante a gobernador, Héctor Yunes Landa, aparece empatado técnicamente en las propias encuestas de Yunes Zorrilla.
El pasado lunes 6, en una comida con columnistas, el secretario de Infraestructura y Obras Públicas, Tomás Ruiz González, aspirante también a la gubernatura, declaró que a diferencia de ambos senadores él sí tiene jefe, Javier Duarte, y que aunque la nominación del PRI será tomada en el centro, mal harían si no empiezan “por pedir la opinión y hasta la recomendación del gobernador”, pues expuso que el mandatario “es el veracruzano mejor enterado y mejor posicionado para esta decisión y más después del resultado que acabamos de ver” el pasado 7 de junio. “Creo que los números avalan que el primer priista del estado, Duarte, es quien va a jugar un papel fundamental en la decisión que viene (…); la decisión va a tener que pasar por él”, expuso Ruiz, quien fue dirigente nacional de Nueva Alianza.
Así, pues, para no ser excluido como priista, Pepe Yunes estaría obligado a pactar con Javier Duarte. Sólo tendría que urdir cómo hacerlo sin echar por la borda el capital político que ha venido acumulando en los últimos seis meses, a partir de su abierta confrontación con el gobernante y la camarilla dela Fidelidad que ya lo descarriló en 2006 cuando lo hizo perder en su primera campaña al Senado de la República.