
Carlos Ramírez/Indicador político
La prisión preventiva oficiosa que fue promovida en el gobierno de Felipe Calderón y abrazada con cariño por López Obrador, es una aberración que se presta a muchas injusticias. Felipe Calderón la promovió para evitar que sujetos peligrosos lograran un amparo que los pusiera en libertad y una vez libres anda vete. Y nadie los volvía a ver.
López Obrador le dio otros usos. Encerró a sus enemigos políticos verbigracia Rosario Robles, a la que no se le permitió defenderse en libertad (porque podría darse a la fuga) y estuvo presa tres años por el caso de la “Estafa Maestra” del que fue absuelta.
Otro caso es el de Israel Vallarta, que estuvo en prisión casi 20 años acusado de secuestro pero sin recibir sentencia, lo que aparte de ser violatorio de sus derechos, raya en lo inhumano.
El reverso de la moneda fue Florence Cassez, la ciudadana francesa y pareja sentimental de Vallarta, sentenciada a 60 años de prisión por el mismo delito pero que salió libre a los siete, no por ser inocente, sino por tecnicismos judiciales.
En aquel entonces Andrés Manuel López Obrador comentó y condenó: “La Suprema Corte debió atraer el asunto y hacer la investigación de fondo, pero no dejarla en libertad solo por fallas en el procedimiento, cuando los familiares de afectados, de las víctimas, están hablando de que ella participó en todo lo relacionado con el secuestro. Creo que fue una barbaridad lo que hicieron”.
Y qué razón tuvo el tabasqueño.
La mujer fue señalada por los secuestrados de ser quien los vigilaba y torturaba física y psicológicamente.
A Florence debió abrírsele un nuevo juicio. Pero no, la declararon en libertad “por fallas en el debido proceso” y la pusieron en un avión que la regresó a Francia.
Israel Vallarta esperó infructuosamente a que le dictaran sentencia lo que nunca sucedió, hasta que el viernes anterior la jueza Mariana Vieyra Valdez lo puso en libertad desoyendo los testimonios de las víctimas.
Una vez libre dijo a los reporteros que habrá consecuencias para todos los que participaron en el montaje de su arresto el 9 de diciembre de 2005 que orquestó Genaro García Luna, entonces secretario de Seguridad Pública. Y agregó: “Al pueblo de México le doy las gracias porque no creyeron todas las mentiras y verdades ocultas (sic) que hicieron los gobiernos pasados… yo sabía que la verdad se iba a imponer tarde o temprano”.
¿Cuál verdad? La única verdad es que salió libre porque la FGR no pudo acreditar las pruebas para mantenerlo encerrado, pero no porque sea inocente.
Israel Vallarta es un criminal que está acusado de haber secuestrado a una persona en el 2001, a otra en 2003 y a cuatro en 2005. Entre ellas a Cristina Ríos Valladares, a su hijo Cristian y a Ezequiel Elizalde, que estaban en el rancho Las Chinitas cuando Genaro García Luna lo detuvo junto con dos de sus hermanos y con Florence después de un teatral montaje.
Si la justicia fuera pareja se ordenaría un nuevo juicio. Pero no, a Israel le espera el futuro de la señora Cassez que escribió un libro, se presenta como víctima y denunció al Estado mexicano. Aunque sus miras son más altas.
“Quiero ser un mexicano que abone, que ayude, que ponga un granito de arena. Yo espero que, si pongo un granito de arena y todos los que me están escuchando también abonan otro granito de arena, logremos un cimiento nuevo para este nuevo México. No quiero adelantar más, pero tal vez llegue una sorpresa y quizá, ¿por qué no?, un senador para legislar. No lo sabemos”, dijo a una televisora.
¿Qué partido lo postularía? Quizá Morena necesitado como está de héroes como Israel.
En síntesis lector: el tipo le desgració la vida al menos a seis personas, pero aquí no pasó nada. Ya está en libertad mientras sus víctimas deambulan aterradas y desprotegidas porque el pánico a este sujeto y a sufrir otro secuestro no se los quita nadie. Lo llevan tatuado en la piel y en el alma hasta el fin de sus días.
Qué país Dios mío, qué país.