
Ricardo Alemán/Itinerario político
En las escuelas rurales de Veracruz, el fin de cursos no solo marca el cierre de un ciclo académico, sino también la reafirmación de una dura verdad: se exigen resultados al Personal de Apoyo y Asistencia a la Educación (PAAE), pero cada vez se le dificulta más entregarlos. No porque falte voluntad, sino porque no hay condiciones. El contexto lo deja claro: hay presiones burocráticas, descargo de responsabilidades desde arriba, poco respaldo real y un nivel de desgaste humano que es alarmante. En muchos planteles, el personal de limpieza improvisa herramientas, el administrativo absorbe más funciones de las que marca su contrato, y ambos se convierten en la columna vertebral silenciosa de centros educativos que deberían funcionar en comunidad… pero no lo hacen.
La “descarga administrativa” —ese espacio dedicado a la evaluación, captura y sistematización de los datos académicos— es, en realidad, una demanda disfrazada. El peso del cierre lo cargan quienes menos poder de decisión tienen: las y los secretarios escolares que deben registrar datos en sistemas oficiales, aun cuando no hay internet, energía eléctrica, papel, ni siquiera sillas ergonómicas; o quienes limpian los espacios en condiciones mínimas y en jornadas extendidas, sin remuneración extra. Y mientras tanto, hay directivos que ni revisan los correos institucionales, y que piden a su personal resúmenes de los oficios, disposiciones y calendarios. Una cultura vertical, cómoda, pero injusta.
No es raro ver cómo, al declararse formalmente la clausura del ciclo escolar, algunos directores se desentienden y dejan en manos del personal de apoyo la entrega de documentación, la limpieza del plantel o la custodia de bienes inmuebles. Si todo sale bien, ellos se llevan los reconocimientos; si algo falla, se culpa a quienes operaron en el abandono. Esto sucede, y con mayor frecuencia en zonas rurales, donde las desigualdades son más evidentes y el Estado más ausente.
Y la pregunta vuelve: ¿quién debe hacer guardias durante el receso escolar? De acuerdo con la legislación vigente en Veracruz —revisando la normatividad de la SEV, los Lineamientos para la Organización del Calendario Escolar y el Acuerdo Secretarial 716 emitido desde tiempos de Emilio Chuayffet— el PAAE no está obligado por ley a cubrir guardias durante julio y agosto a menos que exista una justificación administrativa previa y firmada, que detalle necesidades específicas del plantel. Cualquier otra práctica, sin fundamento, es un abuso de poder y una violación laboral. El PAAE no es vigilante, ni portero, ni soldado.
En 2025, el personal de apoyo no solo atiende funciones secretariales: diseña carteles, graba videos, edita contenido, coordina redes sociales y produce actos cívicos. La exigencia ha mutado, pero el reconocimiento no. Son fotógrafos, community managers, diseñadores, capturistas, intendentes y, por momentos, hasta consejeros escolares. Pero ¿quién los ve? ¿Quién los escucha?
Desde el Acuerdo 716 se hablaba ya de la necesidad de eliminar cargas administrativas innecesarias para el magisterio. Las escuelas están saturadas de formatos, bitácoras, informes, listas, rúbricas, encuestas, tableros de seguimiento. No hay acompañamiento pedagógico ni operativo: hay vigilancia, exigencia y una cultura de castigo disfrazada de supervisión.
Las consecuencias están a la vista: desmotivación, ausentismo, estrés laboral y un abandono silencioso de tareas esenciales. La educación pública no puede sostenerse sobre la base del sacrificio personal. Urge una transformación real: menos discursos, más soluciones operativas.
Simplificar procesos, mejorar los sistemas de captura, eliminar burocracias absurdas, enviar verdaderos equipos de apoyo y distribuir con justicia las cargas de trabajo son tareas urgentes.
Porque sin eso, seguirán siendo invisibles quienes hacen posible que una escuela funcione incluso en el abandono. Y si eso no cambia, la frase de cierre del calendario será siempre la misma: “se exige como si se apoyara, pero no se apoya ni para exigir”.
La educación es el camino, sí. Pero no puede avanzar si sus pilares se derrumban en silencio.