
Carlos Ramírez/Indicador político
Sentimientos encontrados con el Día del Padre, la invasión de los “viejitos” en el único día del año, para ellos solos en el festejo de la reunión familiar y presentes los hijos, nietos y toda la descendencia.
Cariño cálido a más no poder, desayuno obligado, los regalos clásicos abundantes de boxers, camisetas y calcetines, con suerte zapatos de color negro y café para todo el año.
“Cuál sufrir, si no hay dolor”, en la invasión de viejitos, y jóvenes, en el Día del Padre a todo vapor, al máximo de velocidad hasta el clima templado con la oportunidad de salir a la reunión anual, tipo convención en los restaurantes de la zona conurbada a tope, a todo lo que da y todo mundo en la felicidad, en este tiempo de los astros alineados y que se celebra en el tercer domingo del mes de junio, por tratarse de una fecha especial para el jefe de jefes.
La celebración del Día del Padre es en un domingo de pleitesía total, como de un sueño con un doble propósito, el fin el día de asueto obligado cada año, y la celebración imperdible.
A todo pulmón, sin medicamentos, ni dietas, los males de la salud pueden esperar todos en el festejo con alegría y dejarse consentir, sin problema.
Ya ven que dicen que madre sólo una. Y padre también, los estoicos y resilientes papás que pueden con todo hasta con las deudas de Coppel, Elektra y todo lo que se acumule. Orale.
Por eso, aquello de esta celebración histórica de justicia en México por decreto, el padre brilla en todo su esplendor un solo día del año a tiempo completo, y los días de quincena, también.
Gratos momentos, inolvidables y como dicen allá en la Cuenca del Papaloapan, el niño es risueño y le hacen cosquillas, o como dicen en Mérida “’figuritas”, o también el niño es llorón y todavía lo pellizcan. Ya que.
Y en el caso de siempre normal en la crónica aquella de los del poder sin sentimientos y obcecados en que tienen la razón, de pasar por encima de la gente y de que en pleno Día del Padre, muchos viejitos y personas en situación de calle en el puerto de Veracruz, no tuvieron ya donde pasar la noche y sin tener a donde ir.
Porque como siempre, no hay presupuesto para darle hospedaje decoroso y digno al personal que estará resguardando el orden y la seguridad del carnaval de Veracruz.
Cuando lo mejor sería darles hospedaje en un buen hotel o lugar adecuado de mejores instalaciones, pero la improvisación va de la mano de la solución siempre.
No sé vale, primero el deber de cuidar a los elementos y no hay presupuesto para darles un lugar correcto para su hospedaje, y lo otro dejar a las personas en situación de calle, sin lugar a donde dormir, en el albergue público para pasar la noche.
Cómo en la película “En Búsqueda de la Felicidad’ con Will Smith, en que se describe la problemática para encontrar un lugar donde pasar la noche de las personas que viven en situación de calle.
Aquí, solicitan la intervención de la gobernadora Rocío Nahle, y de las autoridades competentes en la atención de este tema.
No es el estilo del actual gobierno estatal.
Y es que una señora de nombre doña Dominga, de un conocido albergue de personas en situación de calle se puso a decirle a la gente, de que ya no tendrán lugar donde pasar la noche durante el carnaval.
Y comenzó la corredera, y luego en tiempos de lluvia a la calle.
Pero hay un Dios. Ojalá y pronto se de una solución salomónica al caso y que sea en favor de los ciudadanos del orden, siempre cumplidores y disciplinados.
Además, de que pague los gastos de hospedaje digno para los guardianes del orden el Comité de Carnaval, ya que con el Pollo Pérez Fraga (+) nunca hubo ese problema.
Y como diría el maestro del periodismo Enrique Huerta Rossainz (+), colega de Cecilio García Cruz, Valente Rodríguez Ariza y Francisco Blanco Calderón, periodistas veracruzanos de grandes ligas.
“Hasta Moxtla, saludos de mi querida madre, y de mis hijos Bianca y Gabriel… Andale. Así las cosas.