
Gabriel García-Márquez/Sentido común
A una semana del inicio de las campañas políticas para la elección de autoridades municipales, la guerra de lodo es el único argumento de una oposición políticamente derrotada.
Y es que, durante décadas, como una mafia en el poder, tuvieron la oportunidad de gobernar desde todos los niveles; sin embargo, la gente se hartó de la corrupción y la mediocridad en la que transcurrían sus administraciones.
Y así, como en el pasado, la llamada “oposición” actual intenta construir su discurso en la máxima de que “lo que no mancha, tizna”, ocupando aliados que mediáticamente creen que pueden volver a engañar al pueblo.
Incluso intentan desacreditar a los medios de comunicación que no coinciden con esas bajezas, pues la política se ha vuelto una extensión de la guerra, donde todo se vale con tal de dañar al oponente.
Por ello, será fundamental reflexionar respecto a qué representantes populares queremos y elegiremos para los gobiernos municipales.
En el caso específico de Xalapa, es momento de escuchar propuestas, analizarlas y decidir por la mejor opción, donde la ética sea el eje rector de cada acción, siendo uno de los principales valores que debería tener cualquier contendiente a cargos de elección popular.
Quien no es capaz de respetar a sus contrincantes ni reconocer la integridad de otra persona, difícilmente podrá tener interés por el bien común.
Estos son los hechos:
El candidato del tricolor ya ocupó cargos públicos durante el periodo más negro del estado de Veracruz, ¿cuáles fueron sus resultados?
Por su parte, la hoy candidata del albiazul fue legisladora con el impulso de otra corriente política, Movimiento Ciudadano; además de un cambio radical partidista, su labor en el Congreso local, no trascendió.
Después sigue el ahora candidato naranja quien antes ya contendió con la bandera de la coalición PAN-PRI. Se le reconoce por su actividad empresarial, pero no la habilidad en la administración pública.
Y es lamentable que su ideología política se concentre solo en intereses personales.
Los ejemplos referidos son muestra de la crisis partidista, convulsionada por incongruencias ideológicas, sin pensamiento ni valores.
En el caso de la candidata del partido guinda, destaca su trabajo legislativo con el impulso de leyes relevantes y de impacto positivo en la sociedad.
También administró y ordenó una de las instituciones estatales más asqueadas en el pasado reciente: el Instituto de Pensiones del Estado (IPE).
Nadie olvida aquel diciembre en que pensionistas salieron a la calle para exigir sus prestaciones, y el Estado les respondió con violencia e indiferencia.
La recuperación financiera de la institución es una de sus mejores cartas de presentación. Hoy, la reserva técnica del IPE es estable.
No hay más. Llegó el momento. Los hechos y las trayectorias lo dicen todo.
Hay quienes destruyen instituciones, y también quienes las construyen.
Usted decide…