
Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Los estrategas mexicanos de seguridad nacional debieran de estarle poniendo mucha atención a ciertos signos y señales que están saliendo de Washington para redefinir la orientación pragmática de la relación bilateral con México.
Hay tres indicios no deben pasar desapercibidos: el uso de drones de la CIA, la autorización para que expertos Boinas Verdes en temas de contrainsurgencia y combate militar contra actores públicos irregulares armados capaciten a México y el perfil del nuevo embajador de Washington en México por su experiencia como boina verde y en la CIA.
El columnista Luis Soto hizo un recordatorio que debe ser subrayado: el periodismo nacionalista del columnista Manuel Buendía reveló las andanzas de la CIA en México. Y en ese contexto no debe olvidarse tampoco otro dato que subrayó Buendía en su momento y que investigaciones estadounidenses posteriores han reconfirmado: la CIA es el ejército operativo de la Casa Blanca que funciona entre los pliegues del Congreso y que tiene la función de imponer la dominación americana en otros países, utilizando técnicas que van desde la capacitación ideológica de políticos y fuerzas de seguridad hasta el derrocamiento de gobiernos.
La mezcla CIA-Boinas Verdes no es una buena noticia para México porque reduce la relación bilateral no la búsqueda de un entendimiento de coexistencia con autonomía relativa, sino que se centra en la percepción de México como un problema central –el número 1, de acuerdo con militares estrategas americanos– de la seguridad nacional de Estados Unidos. México ha sufrido graves raspones de soberanía cuando los gobiernos de Nixon, Reagan, Bush Jr. y el primer periodo de Trump vieron a México como una inestabilidad De Estados Unidos en una frontera sin control de 3,200 km.
En su libro Velo. Las guerras secretas de la CIA, el periodista Bob Woodward cuenta en el capítulo 17 un operativo de la CIA ordenado por el presidente Reagan y conducido por el director de la agencia William Casey: fabricar un documento que concluyera en 1984 que México era un país en colapso y que Estados Unidos tendría que entrar a salvarlo. La base del estudio debía ser el artículo publicado por el analista Constantin Menges bajo el título de: Iran, next door, –Irán como vecino–, en donde explicaba que México se enfilaba a un colapso revolucionario nacionalista como el que derrocó al Sha. Por el artículo, Menges fue designado director de asuntos latinoamericanos del Consejo de Seguridad Nacional de Reagan.
El documento no pudo ser terminado. Para redactarlo se designó al analista John Horton, que había sido jefe de la estación de la CIA en México, pero se negó a elaborarlo diciendo que no había fuentes confiables que dibujan un panorama iraní en México. Y para que no cupiera duda de su posicionamiento, Horton renunció a la agencia y publicó un artículo en el The Washington Post para denunciar que la CIA estaba fabricando análisis de inteligencia que respondían a los intereses de una élite y no a la realidad misma.
Estos datos ilustran que la CIA no es una agencia de acopio de información para enfoques de inteligencia, sino que es un organismo operativo que depende directamente del presidente y elude de muchas maneras los controles del Congreso. De ahí que las filtraciones de la CIA sobre los vuelos de drones no deben ser asumidos como parte de una “campañita” sino como indicios de operativos que fueron confirmados por Elon Musk al señalar que los cárteles narcoterroristas “son elegibles para ataques de los drones”. Es decir, los drones de la CIA forman parte de operativos de desestabilización.
La otra interrelación de datos que no debe perderse de vista es la que articula la insistencia estadounidense para que México aceptara miembros operativos de los Boinas Verdes –usados en operaciones clandestinas en Irak y Afganistán– para capacitar-entrenar a efectivos de la Marina en labores de combate a los cárteles del narcotráfico. El embajador estadounidense de Trump en México cierra el círculo: Ronald Johnson se formó como boina verde y es veterano de la CIA, sin ninguna experiencia diplomática. El último caso que tuvo México con un perfil similar fue el del embajador John Gavin –con sangre mexicana, por cierto– que funcionó más como jefe de la estación de la CIA que como representante diplomático.
Queda claro, como lo documenta Tim Weiner en su monumental obra Legado de cenizas. La historia de la CIA, que esta organización recopila inteligencia para operaciones de desestabilización contra otras naciones.
-0-
Política para dummies: la política es un gato negro en un cuarto oscuro.
Tik Tok y Pregúntale a Carlos Ramírez en http://elindependidente.mx
El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.
@carlosramirezh