Víctor Sánchez Baños/Poder y dinero
Según una investigación de la prestigiosa revista de análisis, buzos de la Noticia, basada en datos de la encuestadora Mitofsky, el 53.4 por ciento de la población del país considera que la inseguridad era su principal preocupación, sin embargo, uno de cada cuatro encuestados cree que el problema de la inseguridad pública empeorará en el próximo sexenio. Con estos datos poco alentadores llegó el gobierno federal que preside la doctora Claudia Sheinbaum a sus primeros 100 días de gobierno.
No cabe duda de que el problema de la inseguridad se agravó terriblemente durante el sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Solo por referirnos a un delito: en promedio en el sexenio anterior se registraron hasta 90 homicidios al día y durante 2024, según el INEGI, fue la principal causa de muerte entre las personas de entre 25 y 44 años.
Y no se trata solo de eventos aislados, al mismo tiempo, aumentaron los asesinatos en masa, las masacres de las que alguna vez se burló el expresidente López Obrador en una de sus mañaneras. Según la organización Causa en Común, tan solo del 1ro de enero al 30 de noviembre de 2024, ocurrieron al menos 400 masacres, esto es, 36 o 37 en promedio cada mes, algo así como una cada 20 horas. Una verdadera locura.
Asimismo, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública realizada por INEGI, reportó que hasta 37% de toda la población que vive en las grandes ciudades había presenciado “situaciones con disparos frecuentes con armas”, mientras que el 47% de la población presenció o escuchó sobre robos o asaltos ¡en los alrededores de su vivienda!
Son solo algunos datos que justifican el creciente temor entre los mexicanos a ser víctimas de algún delito. Asimismo, no cabe duda de que la inseguridad también ha golpeado mucho a la economía del país, impidiendo la creación de más empleos y aumentando la pobreza y la marginación de muchas comunidades.
Tan solo en 2021, 24.6% de todas las unidades económicas del país, empresas grandes, medianas y pequeñas, fueron víctimas de algún delito, lo que trajo como consecuencia que la mayoría quebrara, detuviera sus inversiones o redujo sus horarios de producción y comercialización. El delito de mayor incidencia en 2021 fue la extorsión, siendo las medianas y pequeñas empresas las mayores víctimas del cobro de piso.
Lo peor de este escenario es que no se alcanza a ver una luz al final del túnel en este “segundo piso” de la cacareada “transformación”. Hasta el momento la presidenta Sheinbaum ha dicho que no podrá resolver el problema de un día para otro, pero prometió que “se van a notar resultados”. Quizá tenga razón en que un problema como el que enfrenta nuestro país no puede solucionarse de forma inmediata, pero la cuestión continúa siendo qué hacer, cómo lograr que la inseguridad vaya disminuyendo progresivamente.
La estrategia llamada “Construyendo la paz” para combatir el crecimiento de los índices delictivos en el país tiene 4 ejes: 1) Atención a las causas 2) Consolidación de la Guardia Nacional 3) Fortalecimiento de la inteligencia y la investigación y 4) Coordinación entre la Federación y los gobiernos estatales.
A primera vista parece bienintencionada, sin embargo, no difiere mucho de la estrategia empleada por el gobierno pasado y ya vimos cuáles fueron sus pobres resultados. Un primer error es que la “atención de las causas” es entendida por el gobierno como un combate contra la desigualdad y pobreza a través de los programas sociales, dejando fuera aspectos sumamente importantes como la generación de empleos, el fortalecimiento del sistema educativo, una política de vivienda social que impida el surgimiento de cinturones de miseria en la periferia de las ciudades, una mayor inversión a la cultura y el deporte, etc.
Y en cuanto a los tres puntos siguientes, básicamente proponen reforzar el Estado policiaco-militar construido durante el sexenio pasado para ejercer un mayor control de los ciudadanos, fortaleciendo incluso el sistema de espionaje, sin embargo, no está diseñado principalmente para hacer un combate eficaz de la criminalidad porque deja fuera el papel de las fiscalías, tanto estatales como la federal; porque se está desmando a los poderes judiciales, para colocar en el papel de jueces a improvisados e incondicionales del partido en el poder aunque no tengan ninguna experiencia en la procuración de justicia; y, tampoco se habla de una política de reinserción social mucho más efectiva.
Incrementar el poder de la Guardia Nacional y dotarla de facultades de inteligencia puede traer como consecuencia negativa el aumento en los casos de abuso de autoridad contra ciudadanos inocentes o el uso masivo de estos instrumentos para reprimir las muestras de inconformidad.
Así las cosas, es probable que se cumplan los pronósticos de todos aquellos que consideran que durante el sexenio la situación se pondrá todavía peor.
En Veracruz, enfrentamos un incremento creciente del índice delictivo y de la percepción de inseguridad, la entidad ocupa los primeros lugares nacionales en delitos como homicidios, feminicidios, extorsión, asaltos, secuestros, abuso sexual y narco menudeo. Y es necesario que se diseñe una estrategia que no solo tomé como eje el reforzamiento del Estado policial y que no reduzca el combate a las causas únicamente a le entrega de tarjetitas, porque eso no ha dado buenos resultados.
También es muy importante que no se deje sin castigo a todos los funcionarios del gobierno de Veracruz que en el pasado reciente se vieron involucrados en actividades delictivas, pues las evidencias cada vez son más contundentes. Por ejemplo, por estos días ha causado mucha expectativa el desmantelamiento de sistemas completos de videovigilancia que operaban en grandes e importantes ciudades como Coatzacoalcos, Poza Rica, Córdoba, entre otras, porque es evidente que solo pudieron funcionar sin que “nadie” las notara con la complicidad de las autoridades de diversos niveles. Sería buena señal que se le explicará a los veracruzanos quienes fueron los beneficiarios y que no habrá impunidad, de lo contrario, estaremos únicamente ante buenos deseos.
Quisiera agregar una reflexión adicional, es cierto que a nivel nacional y también en Veracruz mucha de la violencia y criminalidad desatada en los últimos años tiene que ver con la actuación del crimen organizado, de lo que pudiera deducirse como una salida correcta que ahora vengan los norteamericanos a combatir a los cárteles, una vez sea declarados como organizaciones terroristas.
¡Ojo! Esta es una salida falsa y muy peligrosa, porque el ejército estadounidense entrará a nuestro territorio con fines muy distintos al combate del crimen, basta ver lo que han hecho en otros países del mundo, como en Medio Oriente donde no han combatido a los criminales y basta ver lo que ocurre en su propio país, donde no son capaces de controlar ni el aumento de las adicciones a los narcóticos ni la circulación masiva de esta por las calles de sus grandes ciudades, cuyo trabajo se sabe bien lo hacen los propios estadounidenses.
La única posibilidad de combatir el problema de la inseguridad solo está en manos de los mexicanos, subordinarnos totalmente a las directrices del gobierno de Estados Unidos es un grave error, porque llevan años combatiendo el terrorismo en el mundo y no hay señales de su disminución. Se requiere un combate real y frontal de las causas sociales de la delincuencia, que vaya mucho más allá de la entrega de tarjetas, se necesita construir un sistema judicial verdaderamente eficiente y se necesita lograr nuestra verdadera independencia económica y política con respecto al imperialismo estadounidense, para poderle plantarles cara y exigir que ellos de verdad combatan el problema del consumo y el trasiego de droga allá en su territorio. Nada de esto se propone para el futuro inmediato.