Raúl López Gómez/Cosmovisión
Desde hace 18 años, el empresario Juan Manuel Diez Francos, al ser postulado por primera vez en 1997 por el PRI a la alcaldía de Orizaba, tuvo por objetivo el resurgimiento de la ciudad, reorganizándola y mejorando en gran medida los espacios públicos, rescatando los que se tenían perdidos y procurando el uso más inteligente de los recursos, sin dispendios.
La población se alineó a su iniciativa y en conjunto lograron la revivificación de la economía y la calidad de vida de los orizabeños. A esta misma línea de trabajo, aunque con menor éxito, se sumaron los alcaldes Hugo Chahín Maluly e Igor Fidel Rojí López, ambos también surgidos del sector empresarial, con quienes Diez Francos permutó administraciones bajo la bandera del PRI, partido al que posteriormente ambos ex munícipes renunciaron. Hoy, Rojí, actual diputado local aliado de Morena, y un hijo de Chaín Maluly –Hugo Chaín Kuri, que preside el DIF municipal de Orizaba– buscan sustituir a Diez en la alcaldía postulados por el PVEM, coaligado con la 4T.
Obviamente esto es un contrasentido para el movimiento obradorista que en Veracruz pretende construir el segundo piso de la Cuarta Transformación, pues tras casi dos décadas de representantes del sector empresarial, la balanza poco a poco se ha desequilibrado, relegando al sector trabajador, no solo como la mano de obra para la generación de riqueza, sino también como la víctima del encarecimiento del estilo de vida, así como en la percepción de una cada vez más evidente discriminación derivada del poder adquisitivo, en sus vertientes de gentrificación, falta de acceso a espacios y servicios por costos elevados, cargas excesivas en el pago de derechos y signos de abuso de autoridad de elementos policiales.
Así, pese al buen desarrollo y crecimiento del municipio orizabeño en los últimos años, el grupo en el poder, alguna vez respaldado por todos, gradualmente ha venido perdiendo cada vez más el apoyo social, derivado de su falta de empatía ante los sectores económicamente vulnerables.
El factor que aún mantiene el orden de las cosas es Juan Manuel Diez, cuya tercera administración, a los 76 años de edad, está por concluir en diciembre próximo.
Durante las últimas cinco elecciones municipales la coalición liderada por el PRI terminó vencedora, en un principio frente a la opción del PAN, fuerza política conservadora que ha visto mermada su oportunidad pues Diez Francos impuso la hegemonía priista.
Paradójicamente, en la última elección todos los sectores de Acción Nacional se unieron al Revolucionario Institucional para enfrentar el duro embate de Morena. Sin embargo, ahora el grupo empresarial de Diez podría aliarse con la 4T, lo que representaría la peor traición al tricolor en Veracruz.
El “Emperador” –como lo han motejado sus detractores– no quiere poner en riesgo su coto de poder. Pero en Orizaba, aunque existe una fuerte influencia empresarial debido a que los principales inversores de fábricas y giros industriales de la región radican en el municipio y generan miles de empleos, el mayor grupo poblacional se compone principalmente de obreros de esas y otras empresas, así como comerciantes locales, servidores públicos y docentes junto con sus familiares.
Otro numeroso grupo es el de los pensionados, jubilados y profesionales independientes, que no depende económicamente de terceros o bien se encuentra subsidiado por algún programa gubernamental. Y tampoco se debe excluir al poderoso sector de los transportistas, debido a la alineación gremial de sus intereses, así como a su influencia en la opinión pública. Tanto los propietarios y permisionarios como sus trabajadores representan un sector numeroso e importante en Orizaba como territorio totalmente urbano.
¿Acaso Juan Manuel Diez no cuenta con un aspirante “híbrido” que concilie los intereses de su grupo empresarial y los de la clase trabajadora? Quienes conocen bien su entorno, dicen que no tendría que buscar mucho, que solamente debería voltear a su lado, hacia quien con probada lealtad y eficacia lleva siete años a cargo de la Secretaría del Ayuntamiento. Se refieren, por supuesto, al joven abogado Alfredo Hernández Ávila, nacido en el seno de una familia católica fuertemente influenciada por la labor en beneficio de la clase trabajadora.
Su padre, Enrique Hernández Olivares, un empleado de almacenes Montosa se convirtió desde su juventud en un representante obrero, alcanzando a ser Síndico del Ayuntamiento de Orizaba en tres ocasiones, además de diputado priista por este distrito electoral local. Aún hoy, don Enrique continúa su labor sindical representando en la CROM a más de 8 mil trabajadores de la región.
Por su parte, Alfredo, aunque tuvo contacto con los gremios desde joven, aprovechó la oportunidad de formarse profesionalmente en la ciudad de Xalapa, donde se vinculó con personajes que actualmente forma parte de la vida pública del Estado, tanto en el
plano político como en el técnico y el empresarial.
Como abogado, luego de prácticas en despachos particulares encontró su vocación en la democracia, iniciando sus trabajos como capacitador asistente electoral, desde donde escaló a ser asesor del Instituto Federal Electoral en los estados de Chiapas, Puebla y Veracruz y poco después de la reforma de 2014 llegó a ser Director General de Capacitación Electoral, así como del Servicio Profesional Electoral en el Organismo Público Local Electoral de Estado de Veracruz, donde también ostentó de forma interina la titularidad de la
Secretaría Ejecutiva.
Pese a no pertenecer al sector empresarial, derivado de su pericia técnica, conocimientos generales en materia de derecho, familiaridad con la política estatal y capacidad de negociación entre sectores y actores públicos, actualmente lleva siete años consecutivos siendo el titular de la Secretaría del Ayuntamiento de Orizaba, a la par que retomó su actividad sindical donde funge como Secretario General del Sindicato de TYASA y Secretario General de la Confederación CROM en la región que aglomera a más de 18 mil cabezas de familia sindicalizados.
Servidor público con estilo de atención directa e inmediata, Alfredo acostumbra a resolver los asuntos dando la cara, conversando directamente con quien requiere de la gestión y haciendo las llamadas que se requieran al momento. No dejar nada para otro momento.
Dirige actividades colectivas de impacto social que van desde gestionar con los empresarios, empaquetar y entregar insumos alimentarios a personas sin trabajos fijos, hasta impulsar emprendimientos, escuchar las necesidades concentradas por los
líderes cañeros y capacitar en materia de democracia sindical a trabajadores de fábricas o público estudiantil en formación básica.
Alfredo no duda en conducir un autobús de pasajeros si la ocasión lo amerita a falta de un chofer que brinde el servicio, tampoco lo hace si los compañeros sindicalizados necesitan apoyo de la CROM para recorrer la planta en la que trabajan para asegurarse de que no
existan condiciones de riesgo, esto en el mismo día que dirigirá una sesión del Cabildo o deberá estudiar a fondo un asunto para defender a los trabajadores de alguna resolución del IMSS que afecte a los intereses de los trabajadores.
Por la tarde, resulta común que agende reuniones con empresarios, docentes, políticos o con sus vecinos pues escuchar las voces de todos forma parte de su disciplina, día a día.
Acostumbra viajar por la noche si debe trasladarse a otra ciudad, para evitar perder tiempo valioso durante la mañana y si la agenda lo permite su premio será poder disfrutar una noche o el domingo entero junto a su familia, pues su padre, su esposa y sus hijas son el núcleo familiar que lo impulsa a seguir adelante.
Por todo ello, nos aseguran que Alfredo sería el político llamado a darle una nueva cara, una nueva transformación que permita a los ciudadanos de todos los sectores sentirse nuevamente parte de Orizaba, partícipes del desarrollo y constructores de los éxitos por venir y que no busca confrontar o destruir los buenos logros que se han alcanzado.
Hernández Ávila sería el candidato idóneo que se necesita para reunificar políticamente a las y los orizabeños. Su único problema, nos dicen quienes lo conocen, es que es muy leal e institucional y no se atreverá a confrontar ni a traicionar a su jefe político.