Felipe de J. Monroy/ Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
Juan Javier Gómez Cazarín*
Hoy nos amanecimos con la noticia de que Santiago Tuxtla era el municipio del Estado en que más había llovido en las últimas 24 horas. Para mayores señas, 296.3 milímetros de lluvia, que son casi 30 centímetros de altura de agua por cada metro cuadrado.
Pareciera que 30 centímetros de altura no es mucho, pero multiplicados por más de 600 kilómetros de superficie que tiene el municipio es una cantidad de agua brutal.
En Catemaco, en San Andrés Tuxtla y en Hueyapan de Ocampo andamos por las mismas.
Claro que no es sólo en Los Tuxtlas. En el mapa de la Conagua, más de la mitad de Veracruz, de Nautla para abajo, está en color rojo.
La lluvia en la parte alta de Oaxaca, que escurre para acá, también nos afecta.
Y ya saben: el poderoso paso del agua se concentra en las partes bajas arrasando con infraestructura pública y privada. Los caminos se cortan, los cables de luz caídos son una amenaza de muerte (se cuenta, al menos, un electrocutado).
Como siempre, el sufrimiento se ensaña con más vulnerables. Con los adultos mayores, con los enfermos, con las personas cuyas casas son más precarias y susceptibles al daño, con el que tiene que salir a trabajar a fuerza.
¿Qué les quiero decir este lunes? Que cuidemos nuestra vida, la vida de nuestras familias, nuestra integridad física y salud. Que ningún bien material merece que arriesguemos lo único que no se puede reponer en este mundo.
Y otra cosa: que quienes tienen la fortuna de estar bien se toquen el corazón y le echen una mano a los amigos, a los vecinos y a los desconocidos que estén pasando por un mal momento. Cualquier ayuda viene bien.
Créanme que cuando se está en una situación así, hasta una toalla y un cafecito con pan valen oro.
Estemos pendientes de los avisos de Protección Civil; obedezcamos las indicaciones (que por algo nos las dicen) y evitemos jugarle al héroe.
De corazón, espero que todas y todos superemos pronto y con bien esta contingencia sin más pérdidas humanas.
Por lo pronto, con ayuda de amigos generosos, a quienes agradezco su respuesta, juntamos poquito más de 3 mil despensas que estamos listos para llevar a quien más las necesite.
Los invito a hacer lo propio porque la ayuda siempre hará falta.