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XALAPA, Ver., 21 de octubre de 2024.- Xalapa vivió el auge de los videoclubes. Fueron muchos donde se podían rentar grandes estrenos cinematográficos, películas de gran impacto comercial. Sin embargo, hubo uno que se distinguió de todos ellos por el tipo de cine que ofreció, y ese fue Zafra Videoteca.
Se inauguró en 1987, atendido por Roberto Jiménez Ramos, quien tres años más tarde se hizo propietario, para ofrecer un espacio donde se pudo rentar “cine de calidad”, como él lo llama.
En entrevista, Roberto Jiménez habló de la satisfacción que le dejó Zafra Videoteca durante casi tres décadas, y recordó los inicios en la calle de Xalapeños Ilustres, pasando después a Hidalgo 18, su emblemática ubicación.
También habló de cine mexicano, de plataformas como Netflix, y lamentó que en la actualidad no exista una videoteca en la ciudad ante la importancia social y cultural que tiene el llamado séptimo arte.
¿Roberto, en qué año llegas a Xalapa?
Soy de Morelia, Michoacán, y en 1974 llegué a Xalapa, hace 50 años.
Yo venía de la Ciudad de México donde veía las muestras de la Cineteca, que no existía como tal, se pasaba la muestra en varios cines. Cuando llegué a Xalapa me gustó mucho, luego me fui a vivir a Colorado y al regreso me ofrecieron ser el Subdirector Administrativo del Ágora de la Ciudad.
¿Y en el Ágora entras de lleno a lo del cine?
En 1979 yo me sentía muy contento porque se trabajaba muy a gusto. Un día fui a la Ciudad de México, me hice amigo de Alejandro Pelayo, Director de la Cineteca, me apoyaron mucho, había cineclubes como el de Bellas Artes, el Instituto Goethe alemán que me prestaban mucho material. La misma Cineteca me decía ‘oye pasas más cine que nosotros’, porque teníamos todo el tiempo funciones de cine en el Ágora y se hizo una clientela muy bonita.
En aquella época me encontré con Amarcord, Muerte en Venecia, un montón de películas que nunca se habían estrenado, buenísimas. Así me fui metiendo y me tocó llevar el cine y la Subdirección.
Es una época que marca cómo funcionó el cine en Xalapa. Habíamos trabajado en el Ágora con Jorge Sánchez, quien es el fundador de Zafra, él tenía producciones y abrió varios en México.
¿Cómo te haces cargo finalmente de Zafra Videoteca?
Le propuse a Jorge poner un video en Xalapa y me dijo que sí y lo empecé a atender. Pero surgió algo con Zafra, creció tanto que pusieron Zafras en Iguala, y casi donde se les antojaba ponían un Zafra sin saber que la clientela no siempre es buena. Aquí en Xalapa había cultura cinematográfica, que se ha perdido bastante porque no hay cineclubes, no se pasa cine en la Universidad Veracruzana, no estoy seguro si en las facultades hagan pequeños cineclubes.
En fin, como a los tres años me hice cargo de Zafra, que se venía abajo porque teníamos sólo cien películas, la gente decía ‘todas esas ya las vimos, trae más cine’, y Jorge decidió vendérmelo, yo lo compré cuando estábamos ubicados en Xalapeños Ilustres.
¿Hubo muchos videoclubes pero qué hacía diferente a Zafra?
El cine que promocionábamos.
Tú alguna vez dijiste cine de calidad, no tanto cine de arte, ¿es correcto?
Sí, yo lo dije. Es que si hablamos de cualquier arte, pues todo es arte, mis tazas son un arte, malas o buenas pero son arte, y el cine es igual.
Sin embargo, el cine de calidad es otro, es el que te trasmite, el que te deja algo. Como Los olvidados, es la mejor película que se ha hecho en México, de eso estoy seguro.
¿Por ese tipo de cine es que Zafra dejó huella en los xalapeños?
No nada más en los xalapeños, la verdad trascendió mucho. Como teníamos página, yo recibía comentarios de gente de Argentina, de Rusia, no teníamos modo de rentarles, pero estaban maravillados porque podían ver un cine de mucha calidad.
Claro que teníamos cosas como cine estadunidense, porque toma en cuenta que las películas también se ven en familia, pero agringadas al fin. Y en Zafra el 80 por ciento que se manejaba era muy buen cine, mientras que otros videoclubes sólo compraban estrenos. Llegaba un estreno y a los 15 días ya nadie lo quería; en cambio una película buena tardaba un año y la seguían pidiendo.
Yo diría que Zafra proporcionó un estilo de renta, una forma de rentar cine, y eso atrajo a mucha gente.
¿A lo largo del tiempo hubo, particularmente, algún director o alguna película muy solicitada?
Había muchas, pero no era así tan peleado. Había películas que recomendaba y las descubrían. Por ejemplo, a varias personas recomendé La mujer en llamas, que es una película alemana que trata de prostitución, pero no mal juzgada, pues es una forma de vida y así la tratan en la película.
Entonces a la gente le gustó, pero llegó un día un cliente y me dice ‘oye por qué me recomendaste esa película, mi mujer la vio’. Le dije que se la había recomendado porque era una película maravillosa; entonces me dice ‘es que es pornografía’. Le respondí que ese era su criterio y que el mío era otro, aquí el cine es muy abierto para todos.
¿En su momento a los estudiantes nos sacaste de apuros, sólo en Zafra conseguíamos determinadas películas?
Sí, y los maestros también iban mucho. Por eso creo que debería haber una videoteca, igual que en la Ciudad de México, deberíamos tener una videoteca aquí, contar con un acervo de cine para quien quiera ver alguna película, que se le pueda proporcionar, incluso en una memoria, el caso es que el cine se trasmita.
Había un Zafra en la zona de Ánimas, ¿de quién era?
Fue de una cuñada, quiso manejar lo mismo pero la clientela de allá no es la misma. Yo tenía, como dices, estudiantes, y gente más de cine.
¿Blockbuster fue una competencia?
De hecho tenían su área de cine cultural que le llamaban o cine internacional, y ahí manejaban algunas películas, pero lo que se me rentaba mucho a mí, a ellos no se les rentaba.
¿A qué se debió el cierre de Zafra?
La gente dejó de ir, pensaban que podían hacer cualquier cosa en internet. Por ejemplo, llegó Netflix y si no tienes una cultura de cine te pierdes.
Además, no creas que Zafra fue el gran negocio, Zafra tenía más fama que dinero, no me iba tan mal, hubo días muy buenos, pero de repente la gente dejó de ir.
Con Netflix o cualquier plataforma hay miles de películas a un sólo click, ¿tú qué opinas?
Yo digo que está bien, pero al final los criterios que se manejan son comerciales en el 90 por ciento. Y el otro 10 por ciento lo tienen escondido y tienes que andar buscando las películas. Una vez vi una muy buena, de Turquía, pero tienes que andar buscando porque ellos no te dan información.
Hubo un intento por rescatar Zafra, ¿qué pasó?
Sí, Xavier Bermúdez, Director de la Bienal, escribió una carta que decía ‘no puede ser que algo que funciona tan bien desaparezca por falta de recursos para pagar renta y sueldos’. Fue una carta abierta pero nadie respondió. Yo hice bonos de películas por 150 pesos para capitalizarme y no cerrar.
Mucha gente apoyó, pero desde redes sociales, ¿no?
Había mucha gente que decía que no cerrara, todo mundo a favor de que no se cerrara, y es lo que pasa con Facebook, hay mucha gente, pero dónde está, nunca aparecieron.
¿Cuántas películas viste partir al venderlas?
Eran como 15 mil películas, dónde las metía, y cómo pagar una renta para mantenerlas. Me hubiera gustado quedármelas pero no se pudo. El 2016 fue el último año que se abrió y en el que cerró Zafra.
¿Cuál es la satisfacción que te queda?
Zafra es algo que me llenó todo el tiempo, yo me sentía muy contento. Zafra no fue un trabajo sino una actividad que yo desarrollé, superé muchas cosas relacionadas con el cine y por lo mismo creo que debería de existir una cineteca, una videoteca, donde la gente pueda acudir.
Todavía me escribe gente, recientemente una persona me preguntó si sabía yo de una película que se trataba de esto y de aquello, le respondí que era Los coristas, y me dijo ‘gracias, esa es, no me acordaba de su nombre y sabía que si te preguntaba me ibas a contestar’. Eso debería existir, esa forma de comunicarse.
Por último, ¿qué opinas del cine mexicano?
Padrísimo y malísimo, de las dos cosas, todos los cines, no nada más el mexicano. Pero me gusta pues. Son rachas de algunos directores, como ahora Luis Estrada se me hace muy bueno, muy valientes todas sus películas. Y películas como Viento negro o El esqueleto de la señora Morales, que son otras de las grandes películas del cine mexicano.