Carlos Ramírez/Indicador político
El pasado domingo 13 de octubre, cientos de líderes antorchistas de todo Veracruz, se reunieron en Xalapa para escuchar la conferencia “La coyuntura política y nuestras tareas” impartida por el Ing. Aquiles Córdova Morán, Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional. Fue una ponencia magistral que giró en torno a la necesidad de elevar la conciencia política del pueblo mexicano, pues su despolitización le impide al pueblo cambiar la situación de injusticia y pobreza en la que vive la mayoría.
La politización de las clases trabajadoras implica que se convenzan de que en México existe un modelo económico y social injusto, que no permite que la riqueza social que es creada por los obreros y campesinos se reparta de forma justa y equitativa entre todos, sino que se concentra brutalmente en los bolsillos de unos cuantos magnates, mientras que el número de mexicanos en pobreza crece aceleradamente y la pobreza se vuelve cada día más insoportable.
Politizar, según el máximo líder antorchista, significa hacer que una parte importante del pueblo de México se convenza de que esta situación no va a cambiar por obra de ningún líder iluminado y mucho menos de la buena voluntad de algún gobernante, por más capaz y honesto que sea, sino que el verdadero cambio social solo podrá ser obra del propio pueblo organizado y con el poder político en sus manos.
En síntesis, politizar al pueblo de México significa llevarla a la conclusión de que el país solo puede cambiar cuando sea el pueblo organizado el que gobierne y que para lograrlo debe dar la lucha política. El pueblo debe tener bastante claro que desde el poder político puede construir un proyecto económico y social viable y científico que realmente lo beneficie.
De lo contrario, mientras el pueblo de México no comprenda para qué sirve el poder político seguirá siendo víctima ineludible de las mentiras de los políticos profesionales, muchos de los cuáles no buscan cargos públicos pensando en utilizarlos para mejorar la vida de la gente que votó por ellos, sino para utilizarlos en su mezquino provecho personal.
Porque en la actualidad se reduce la participación política del pueblo a solo llevarlo a votar cada tres o seis años por candidatos previamente seleccionados por los partidos políticos, muchos de los cuales son completos desconocidos, improvisados y verdaderos bandidos.
En el peor de los casos mucha gente termina vendiendo su voto por unos cuantos pesos, porque no tiene claro que el voto es un arma en sus manos para exigir resultados a sus gobernantes. Mucha gente no quiere saber nada de política, porque piensa que es una actividad sucia, lo que facilita el saqueo de los políticos “profesionales”.
Y ya vemos, las nefastas consecuencias de esta despolitización de las clases trabajadoras, por ejemplo, con todos los cambios constitucionales que el gobierno morenista está imponiendo, utilizando como argumento burdo que el pueblo votó masivamente por ellos en las pasadas elecciones de junio y que, por tanto, se les otorgó todo el poder para realizar estos cambios.
Lo que es una vil mentira, porque la inmensa mayoría del pueblo no votó por Morena porque tuviera una simpatía real y profunda hacia los candidatos y candidatas, mucho menos porque comprendiera cabalmente cuál era el proyecto de país enarbolado por la 4T y sus propuestas como la reforma judicial. La mayoría de los mexicanos, sobre todo, los más pobres votaron en defensa de sus programas sociales, lo que es un indicador de que no es cierto que la pobreza haya disminuido porque la gente sigue necesitando de las tarjetitas.
Lo mismo ocurrió a nivel local, por ejemplo en Veracruz, donde el voto masivo por las tarjetitas arrastró al triunfo a muchos candidatos y candidatas impresentables, pertenecientes a la misma mafia del poder, tantas veces insultada por AMLO,
Los principales cargos dentro de la estructura del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo local los detentarán viejos integrantes de la clase política o sus familiares cercanos, que solo han cambiado de camiseta para seguir enchufados a la ubre del presupuesto público. Viejos fidelistas y ex duartistas regresarán campantes al Palacio de Gobierno, como si no fuera su responsabilidad la situación de inseguridad y pobreza que actualmente priva en Veracruz.
El pasado martes 15 de octubre, el OPLE de Veracruz entregó las constancias de elección a los 20 diputados plurinominales que junto con los 30 diputados por mayoría relativa, tomarán posesión el próximo 5 de noviembre. No hay dentro de los integrantes de esa fauna política, ningún obrero o campesino, ama de casa o taxista, ningún activista social o luchador destacado.
El pueblo sigue sin gobernar realmente, porque el poder político continúa en manos de la misma clase política oportunista de siempre, que ahora solo ha mutado su forma, pero que en esencia representa los mismos intereses y al mismo sistema económico decadente que genera pobres por millones y concentra la riqueza en unas cuantas manos.
Es necesario que los trabajadores de México, la clase social más numerosa, se den cuenta que el poder político debe pasar real y efectivamente a sus manos para poner en marcha un modelo económico que reparta la riqueza más equitativamente, porque son ellos los verdaderos productores de toda la riqueza material de la sociedad, no son las máquinas y mucho menos los señores del dinero.
Antorcha propone un programa económico que procure generar empleos bien remunerados, que los multimillonarios paguen impuestos proporcionales al altísimo nivel de su riqueza concentrada y donde el gobierno destine ese dinero para elevar el bienestar material y espiritual del pueblo mexicano.
No se trata de perseguir una quimera, para lograr todo esto, es necesario formar un gran ejército de educadores políticos, surgidos del seno de las clases trabajadoras y vinculados estrechamente con ellas, pero que al mismo tiempo sea su vanguardia, su Estado Mayor en la lucha por el poder político del país. La tarea está en marcha y el viejo topo de la historia también está haciendo su labor.