
Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
Todos queremos un país mejor con la fortaleza del estado de derecho y sobre todo mantener la vida en común con el respeto de la legalidad y los derechos humanos.
La población en general viene de vencer el hartazgo de los abusos, corrupción e impunidad del pasado.
Y por eso, las expresiones contundentes de darle confianza a un nuevo partido político y sus aliados después de los noventa años del PRI, tormentosos y represivos en contra de la población.
Al PRI se le terminó un ciclo y Morena con AMLO dio inicio a uno nuevo, que tiene similitud en el uso del poder a ultranza, pero con la diferencia que la gente está contenta y a gusto, en los primeros seis años del morenismo.
Y como todo en la vida vienen cambios, ajustes y nuevos modelos de gobernar, que los ciudadanos en su mayoría validan con aprobación y la llegada de la primera mujer a la presidencia del país con la doctora Claudia Sheinbaum Pardo.
Lo que viene en un nuevo mandato, habla del apego al estado de derecho y el respeto a la división de poderes.
La pasión de gobernar con honestidad y pleno respeto de la legalidad.
Y todo esto con la absoluta libertad de que el presidente AMLO, se retira de la actividad política a disfrutar de la vida en paz, para la reflexión y contemplación después de más de cuatro décadas de estar en el activismo político.
La tarea no ha sido fácil para destrabar todo los arreglos y trastupijes que hicieron los gobiernos pasados.
Las malas acciones que no deben repetirse y pasar a la etapa del rescate de la política.
Y precisamente, el negrito en el arroz, se trata de la versión más triste de la vida política nacional, cuando la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, en el primer acto de besamanos a Gerardo Fernández Noroña, no le dio la mano, ni beso de amistad, por darle preferencia al tabasqueño Adán Augusto López Hernández.
Las críticas de inmediato y el respaldo a Gerardo Fernández Noroña, que por dignidad de nuevo debe jugar un papel decoroso como crítico del sistema y del próximo gobierno en turno.
Fernández Noroña, en congruencia debe optar por la sana distancia y demostrar que no pertenece a la cofradía del poder de la 4T.
Que deje de alabar y se ponga a criticar errores, fallas y deficiencias del próximo gobierno y del que se va.
Así como lo hizo con Fox, Calderón y Peña, y además de que fue el único legislador que de forma valiente denunció a Genaro García Luna, el “James Bond” calderonista, recluido en Estados Unidos y hasta esperando una sentencia de cadena perpetua por el daño ocasionando al vecino país del norte.
Que GFN deje el vasallismo, la bufonada, el alago y utilice la crítica razonada para construir su propio futuro y que no espere a que lo tomen en cuenta.
Porque en la realidad no es parte de la nueva camada de políticos del llamado Segundo Piso, y que deje de ser talachero ajeno y se ponga a trabajar en su propia causa, en lo que sabe hacer muy bien en el auténtico debate legislativo y se olvide de las luces destellantes del delirante poder al que no pertenece, ni pertenecerá por el momento por su origen mexica, y apostar al futuro en su propio trabajo como lo hizo AMLO, ese es el ejemplo y el verdadero camino a seguir.
Y no piense en ser cola de león, ni en cabeza de ratón, que piense en ser en él mismo.
El descolón al estilo de AMLO con Ricardo Monreal, se lo hizo la presidenta electa a Noroña, quizá por una causa involuntaria o evidente.
Por cierto, el doctor zacatecano Alfonso Ramírez Cuellar, en espera normal de abrir plaza como se lo merece, el doctor en historia, ideólogo y pensador cercano de la presidenta electa, que lo tiene en lista de espera en forma inteligente para algo grande.
¿Y dónde está el piloto? AMLO en su gira del adiós. Andale. Así las cosas.