Raúl López Gómez/Cosmovisión
Tiene razón Ana Lilia Rivero presidenta del Senado, cuando hace un llamado a bajarle a los shows en esa cámara. Ya bastante caros nos cuestan algunos de esos mequetrefes como para estarlos tolerando en su lenguaje agresivo. Es verdad que cada quien demuestra su cultura de esa manera cuando carece de otras prendas, ¿Quién le va a pedir a la señoras Tellez y Rabadán que guarden una compostura al menos normal, si en sus actitudes ya demuestran lo que son. Por desgracia las normas legislativas permiten la presencia de ese tipo de gente y todavía les dan fuero. Podría ser un poco divertido convertir discusiones a veces farragosas en sentido del humor, con pifias alegres, con una postura que critique al contrario pero con términos elegantes de profunda cultura, pero eso es pedrile peras al olmo imagínense a esas mujeres y los que son iguales a ellas utilizandio ese tipo de comportamiento. El odio ideológico tiene mayor peso cuando se expresa con inteligencia. Lo otro se convierte en algo sucio, corriente, rascuacho, que es lo que advierte para eliminar, la senadora Rivero.
La cámara de diputados podría ser un show en si misma en su lenguaje. No se le pide a un representante del pueblo que recite a Shakespeare cada ratito. Pero los que integran la llamada cámara alta, que se la dan de fifís, si son los que deberían de demostrar que tienen cierta cultura. Las palabras miserables, los términos ofensivos, la agresiones verbales no son parte de la libertad de expresión, por más que abusivamente los que la usan de ese modo, los integran en ese derecho. No somos remilgados es verdad, ni tampoco pudibundos, por eso tenemos la…y la cultura señalada para ciertos lugares. Los que son mochos no van a sus iglesias a decir leperadas; ya las dicen los propios curas que en mi época de fuente eclesial escuché a varios, Jerónimo Prigione el delegado apostólico entre ellos. Tampoco en los medios electrónicos se toleran palabrejas a menos que se trate de un tipo de bajo nivel como el historiador que puede insultar al Presidente de un país que recibió más de 30 millones de votos del pueblo. Sus palabras fueron dirigidas a ese enorme conglomerado.